Aunque no existe una máquina del tiempo que permita comprobarlo, los especialistas de Xeociencias Marinas de la Universidade de Vigo constatan que hace 18.000 años, la línea de costa y las playas de la zona de Vigo estaban "delante de las Cíes". La costa fue retrocediendo hasta donde se encuentra en la actualidad. Pero el proceso no ha parado, y si las previsiones de Instituto Hidráulico de Cantabria se cumplen, en torno al año 2050, los arenales gallegos habrán retrocedido quince metros más. La culpa la tiene la elevación del nivel del mar.

Aunque los expertos llevan tiempo alertando de que el cambio climático ha provocado a lo largo de la segunda mitad del siglo XX una elevación del nivel del mar de entre 2 y 3 milímetros cada año en la costa gallega, las previsiones de cara a 2050 son todavía peores, pues el cálculo que se baraja ya es de siete milímetros al año para la cornisa gallega y el norte de las Canarias, las áreas más afectadas.

Sin embargo, como la elevación en vertical puede no resultar lo suficientemente gráfica, el informe Biodiversidad en España. Base de la sostenibilidad ante el cambio global, realizado por el Observatorio de la Sostenibilidad, menciona también las consecuencias en la línea horizontal, es decir, cuánto retrocederá la costa debido a la subida del mar, y las previsiones indican que en 2050 este fenómeno provocará un recorte "muy probable" del orden de unos quince metros. Y es que otra vez las playas gallegas, junto a algunas zonas de Canarias, Huelva y Cádiz, ostentarán el dudoso de récord de ser las "más susceptibles de ser erosionadas por aumento del nivel del mar".

Mejor lo natural

Para la directora del departamento de Ciencias Marinas de la Universidade de Vigo, Soledad García, inevitablemente se va a modificar, como ya ocurrió en el pasado, la morfología de la costa, aunque va a depender fundamentalmente del grado de pendiente de la zona: las más vulnerables serán aquellas con pendiente más suave, los arenales. No obstante, a su juicio los augurios no son demasiado pesimistas para las playas naturales, es decir, aquéllas en las que no ha intervenido la mano del hombre. En ese caso, la playa no desaparece, dice, sino que retrocede. No obstante, todo cambia si la playa está limitada por algún tipo de barrera antrópica, como muros, puertos deportivos o espigones, que pueden modificar las corrientes y, con ellas, hacer que desaparezca una playa o que en una zona se acumulen fangos. De hecho, enfrentarse al fenómeno con barreras tampoco arreglaría las cosas, solo las "paliaría", porque, afirma, "ese proceso natural no se puede parar". Por eso advierte contra las construcciones en las zonas más vulnerables. "Ya sufren cuando hay temporal y lo que ahora es episódico, puede convertirse en habitual", afirma.

Para las rías el panorama es del todo negativo, ya que "va a seguir habiendo ría, de hecho, será más ría, más marina", aunque la desembocadura de los ríos, que también retrocederá tierra adentro, puede afectar a zonas cultivadas. En todo caso, las zonas "más vulnerables", subraya, son las marismas, "que solo se inundan de vez en cuando". "Si se inundasen de modo permanente, el tipo de sedimentación y dinámica y su ecosistema cambiarían", señala.

Miguel Ángel Nombela, también profesor del departamento de Xeociencias Mariñas e Ordenación do Territorio, enfatiza el "equilibrio" necesario entre sedimentos y oleaje para formar una playa. Para él, más "preocupante todavía" que el incremento en el nivel del mar sería "el aumento en intensidad y frecuencia de las tormentas". "Eso sí que va a provocar que las zonas de costa se erosionen más", afirma.

Nombela explica que, si después del ascenso en el nivel del mar, las condiciones se vuelven a estabilizar, "la playa se retrasaría en dirección a la tierra y funcionaría de forma natural". Eso si no se siguen haciendo embalses en los ríos, que son los que transportan buena parte del sedimento que forma las playas. Las que con seguridad lo "van a pasar mal" son las playas antropizadas. Pero recuerda que, no solo en Galicia, sino en todo el mundo, la costa tiene una elevadísima presión demográfica y urbanística. "En ese caso la playa desaparecería y el mar incluso podría erosionar la zona antropizada", advierte este experto, especialmente preocupado por los sistemas de dunas, como el de Corrubedo. Para proteger estos entornos implicaría "devolver el litoral al estado en que se hallaba antes del uso del hombre", una sugerencia que entiende irrealizable.