El mismo día que arrancó la campaña electoral en Galicia, los sindicatos prometieron endurecer sus protestas e incrementar la presión si no se resolvía la crisis de precios que lleva meses impidiendo a las granjas lácteas cubrir costes. Dos semanas después y ante la falta de soluciones, el sector anunció ayer un boicot conjunto e indefinido a industria y distribución a partir del 6 de noviembre. La intención de los tres sindicatos (Unións Agrarias, Xóvenes Agricultores y Sindicato Labrego Galego) es promover una huelga de entregas para forzar a las empresas a incrementar los precios en origen. "Dado que ellos no lo van a hacer por propia voluntad, presionaremos hasta lograr una solución", justifica Roberto García, secretario xeral de UUAA.

Los sindicatos, con todo, barajan todavía varias opciones para poner en práctica dicho boicot: impedir la circulación de camiones cisterna, bloquear las entradas y salidas en las industrias o negarse a entregar la leche en la propia explotación. El objetivo, aclara García, será dificultar el suministro lácteo a industrias y distribuidores para "forzarles" a subir los precios y a dejar de utilizar la leche como producto reclamo.

Los ganaderos gallegos no estarán solos. Asaja y UPA también mantienen contactos con la intención de extender el boicot a nivel nacional. "Cuando más seamos mejor, sobre todo teniendo en cuenta que nuestros enemigos sí están unidos", apunta Francisco Bello, secretario xeral de XXAA.

En principio, se prevé que Asturias, Cantabria, Cataluña y Castilla y León secunden las protestas por tener, después de Galicia, los sectores lácteos más potentes y porque tampoco cubren los costes de producción. Ayer mismo decenas de ganaderos asturianos se concentraron ante la Delegación del Gobierno y advirtieron de que si no hay medidas urgentes para recuperar el precio de la leche cesarán la producción el 6 de noviembre.

La posibilidad de que las granjas gallegas paralicen las entregas, con todo, es remota. Francisco Bello explica que, aunque esta opción "está sobre la mesa", tener que tirar la producción para no entregarla a la industria supone para el ganadero "un problema medioambiental y económico porque no puede dejar de ordeñar". "En teoría parece fácil pero en la práctica es casi imposible", resume Bello, que en todo caso aclara que las medidas "se concretarán" en futuras reuniones.

De aquí al lunes la industria pagará a los ganaderos por las entregas de septiembre y pese a la caída de la producción en Galicia, a un nuevo aumento de los piensos y a la recuperación de precios en otros puntos del país, los sindicatos auguran una subida de entre 0,6 y 1 céntimo que dejará a la comunidad en el furgón de cola del sector, al percibir unos tres céntimos menos que la media. "Si ahora que hay una situación de mercado al alza no logramos que aumente los precios, ¿qué va a pasar cuando en enero empiecen a caer?", pregunta García, quien reprocha que el código de buenas prácticas promovido por el Gobierno "ya se está incumpliendo" y reprocha a la Xunta su "inacción" ante un problema "que no necesita dinero público". "Lo que más me indigna es que habiendo sido muy respetuosos con el proceso electoral, el nuestro es el único conflicto que aún no se ha resuelto", apunta.

Con esta perspectiva, los sindicatos coinciden en que las ayudas directas por cuota anunciadas por el ministro de Agricultura (700 euros por explotación) "se agradecen" pero no resuelve la crisis. "El tema de las ayudas nos parece bien pero la única solución posible pasa por una subida de precios", apunta Bello.