Tres años en Cambados, 12 en Ribeira, 16 en Corcubión y los últimos 28 años en Nuestra Señora del Carmen de A Coruña avalan la trayectoria de Luis Cardoso, que con 80 años es uno de los párrocos más veteranos de la ciudad coruñesa. Desde que se ordenó sacerdote en 1956 hasta hoy ha notado cómo ha cambiado la vida cristiana y percibe cómo de forma progresiva ha bajado tanto la asistencia de los jóvenes a la iglesia como la caída en picado de la vocación sacerdotal.

Para Cardoso la razón de que se invirtiese la tendencia respecto a hace unas décadas en ambos casos es la misma: la menor influencia de la familia en la educación religiosa de la juventud. "Los curas debemos mucho a la formación en una familia cristiana y hoy eso no existe", explica el sacerdote. Donde más nota el cambio es entre los niños y recuerda que cuando él era joven la gente de su edad se reunía en el salón parroquial y participaba en actividades religiosas y culturales organizadas por la parroquia. Cardoso destaca también que no existían distracciones como la televisión y como mucho iban de vez en cuando al cine. "Los jóvenes convivíamos en la parroquia y éramos una familia", afirma. Un dato que explica este cambio es que antes para las excursiones parroquiales se llenaban cinco autobuses con 250 chicos y ahora cuesta completar uno. Y aunque todavía hay catequistas que participan en las liturgias añora tiempos pasados porque "ya nada es como antes".

Lo que también ha cambiado mucho es la formación que reciben los seminaristas que en la actualidad se preparan para ser curas respecto a los de su época. Entró en el seminario con 12 años y esos fueron también los que permaneció en el centro. Señala que tanto tiempo le dio para mucho estudio y aunque fue un periodo duro en el que "se pasaba hambre" porque justo había terminado la Guerra Civil lo recuerda con cariño por la experiencia vivida en San Martín Pinario. De hecho, cree que los curas de hoy se rigen más por los horarios y no están como antes al servicio de la parroquia las 24 horas.