Poco o nada sabían los vecinos de Ferrol del vertedero de armas que el Ministerio de Defensa mantiene a tan solo 21 millas de la costa. Toneladas de armamento de guerra que fueron arrojadas al mar sin cortapisas hasta el año 1995 permanecen en la actualidad a cientos de metros de profundidad en un total de seis depósitos en la costa española. El departamento que dirige Pedro Morenés se limitó a confirmar a este periódico que se trata de material militar "convencional" ya "obsoleto y caducado". Pero nada detalla sobre la cantidad y el tipo concreto de armas que están en estos vertederos submarinos, así como tampoco de su impacto ambiental o el control que se hace de estos depósitos.

Asociaciones ecologistas exigen tanto al Ministerio de Defensa como a la Xunta "transparencia" sobre este tema y le reclaman información sobre el estado en el que se encuentran estos vertederos, así como sobre su impacto ambiental y el control al que están sometidos. Tras advertir del "secretismo" y "hermetismo" de las Fuerzas Armadas, Adega y Verdegaia han acordado llevar a las reuniones de este mes de sus respectivas directivas este tema, del que tuvieron conocimiento a través de la publicación de este diario. En el caso de Adega, además de solicitar información a Defensa sobre los posibles riesgos que suponen estos vertederos de armamento y el seguimiento que se hace en la actualidad también contactará con las Consellerías de Medio Ambiente y Mar para conocer si el Ejecutivo autonómico ha puesto en marcha algún protocolo de actuación.

Desde el departamento que dirige Agustín Hernández no se plantea llevar a cabo actuación alguna ya que -aducen- no es una asunto de su competencia.

"Hay mucho oscurantismo sobre este asunto y falta de transparencia. Las preguntas son sencillas, a lo mejor la respuesta no es tan fácil", apunta el secretario ejecutivo de Adega, Fins Eirexas. Una de las cuestiones que plantea es por qué si un coche no es arrojado al mar y va a un depósito cuando queda inutilizado, por qué no se hace lo mismo con el armamento del Ejército. "¿Por qué no es llevado este material de guerra a instalaciones militares para ser descontaminado en lugar de arrojarlo al mar?", cuestiona Eirexas.

Desde Verdegaia, su portavoz en Ferrol, Antonio Fortuna, reconoce que pese a las dificultades que hay para acceder a cualquier información del Ministerio de Defensa. Pese a este "hermetismo", la asociación ecologista se pondrá en contacto con las Fuerzas Armadas para conocer el resultado de las analíticas que se practican en las aguas donde está el vertedero de armas de Ferrol -en el caso de que se realicen, según apunta- así como el tipo de material arrojado a este depósito y la cantidad. "La excusa será que se trata de información reservada y alegarán defensa nacional para así evitar dar cualquier tipo de explicación ", cuestiona Fortuna.

Fuentes militares confirman que hace años se tiraba "cualquier cosa" a estos almacenas submarinos, sobre todo excedentes caducados del Ejército, pero que primero se desactivaban, se quitaban las espoletas y el dispositivo explosivo que inicia la detonación. "Lo que quedaba en el fondo del mar era mucha chatarra con pólvora que, una vez que se moja, no sirve para nada", puntualizan las mismas fuentes. Además, se "descontaminaba" el aparato o equipo, es decir, se le retiraban todos los aceites o fluidos que incorporase.

Aparte del almacén de munición a 21 millas de Ferrol -identificado como F-130- hay otros cinco repartidos por aguas españolas: luno en un islote protegido entre Castellón y Baleares, otro en Cartagena, dos en Cádiz y otro en Canarias.