La Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales (Fademur) en Galicia realiza periódicamente una encuesta en la que, entre otras cuestiones, pregunta cuántas agricultoras trabajan más de 30 horas semanales en el campo sin cotizar. El último resultado es abrumador: seis de cada diez contestaron de forma afirmativa. La entidad también denuncia que un gran número de ellas han dejado de cotizar durante los últimos años de la crisis al ver reducidos los ingresos de sus explotaciones.

Fademur, que no tiene la cifra total de mujeres gallegas que trabajan en el campo sin estar dadas de alta, advierte de que estas agricultoras realizan un trabajo "invisible" y sin "ningún tipo de cotización ni derechos laborales o sociales". Su presidenta, Rosa Arcos, reconoce que "es difícil revertir una situación con siglos de arraigo". La federación publicó un estudio en 2006 en el que aseguraba que más de 10.000 agricultoras gallegas trabajaban en el campo sin cotizar. "En 2014 la situación no ha mejorado mucho", se queja. Esto se debe, según la máxima responsable de Fademur, a que, en la mayoría de los casos, cuando el marido también trabaja en la explotación, cotiza "normalmente el hombre" por "razones de rentabilidad".

Uno de los objetivos que busca la asociación es conseguir la titularidad compartida de las explotaciones. Sin embargo, la ley que entró en vigor en octubre de 2011 para intentar solucionar este problema no ha funcionado por su carácter voluntario y no obligatorio, explican fuentes del sector. Según la Coordinadora de Organizaciones Agrarias y Ganaderas (COAG), de las 200.000 agricultoras españolas que no son titulares de la explotación en la que trabajan, apenas un centenar ha solicitado la titularidad.

La ley de dependencia que entró en vigor en 2007 tampoco ha ayudado a las agricultoras gallegas. "Los avances en temas de igualdad vienen propiciados por medidas de apoyo, conciliación y concienciación y estos avances no se producen. No hay que olvidar que la gran mayoría de la personas que realizan un papel de cuidador son mujeres y esto también dificulta la búsqueda de empleo", explica Rosa Arcos.

La presidenta de Fademur en Galicia afirma que "no hay líneas de ayudas" para mejorar la conciliación. "¿Cuántas guarderías o centros de atención para la tercera edad hay en el medio rural?", se pregunta. "Nuestro trabajo es invisible", se queja. También confirma que están "huérfanas" de apoyo institucional.

Arcos considera "complicado" encontrar una solución porque no ven "modelos en los que copiar las mejoras". Además, "es difícil realizar cambios porque la mayoría son pequeñas explotaciones de ámbito familiar". "No soy demasiado optimista", resume.

Pese a todo, revela que en el medio rural "hay muchas mujeres que no están vinculadas a la explotación familiar y que están con ganas de hace cosas".