¿Qué tienen en común una zoqueira, un productor de miel, una granjera y un cultivador de esponjas? ¿Y un heladero, una conservera de frutas y hortalizas, un carnicero y un fabricante de hamburguesas? En principio, poco. Pero en el fondo mucho. Todos ellos se reunieron ayer en la tercera edición de los Parladoiros del Mercado de la Cosecha para subirse al escenario del teatro Rosalía y contar su historia.

Todos los relatos tuvieron en común que nacen del rural gallego, apuestan por la innovación y la diferenciación y buscan siempre aportar valor añadido a todo lo que hacen. Durante más de dos horas y media desgranaron sus historias y sueños. Historias que recogen mucho trabajo, mucha constancia, errores en algunos casos, aciertos en otros, pero sobre todo, mucha pasión.

Promovidos por la corporación Hijos de Rivera, Gadis y la operadora gallega de cable R, los Parladoiros buscan visibilizar iniciativas competitivas que parten del rural gallego. Un ejemplo es la Casa Grande de Xanceda. Cristina Fernández se subió al escenario para contar que esta granja de Mesía elabora productos lácteos con la leche fresca y ecológica de las 380 vacas que posee. "La explotación se remonta a los años 60. Mis abuelos la montaron cuando se jubilaron, pero en 2002 nos dimos cuenta de que no era rentable", explicó. Entonces, comprendieron que "para sobrevivir había que crear valor añadido". Así fue como optaron, tras "una pesadilla burocrática", por convertirse en una granja ecológica. Sin embargo, las vacas producían solo la mitad. Volvieron a pensar en dar más valor añadido y comenzaron a fabricar yogures y otros productos lácteos. "Hemos cometido muchos errores y los seguiremos cometiendo", reconoció.

Pero en 2008 comenzaron a tener ataques de lobos que mataron 14 vacas "y provocaron que la producción de leche bajase debido al estrés". Investigaron y vieron que los burros eran buenos alertando de la llegada de lobos. Así llegaron a la Casa Grande de Xanceda, Júnior y Xanceda, dos borricos con los que consiguieron que se acabasen los ataques. "Mandamos una nota de prensa a los periódicos contando lo de los burros, salimos bastante en los medios y eso ayudó a que se conociese nuestro producto", reconoció Cristina Fernández.

Abejas innovadoras

Alexandre Cendón no sabía nada de abejas cuando hace dos décadas se introdujo en este sector. "Era muy reticente a montar una empresa", se sinceró. Una vez que se pasaron los primeros miedos creó Abella Lupa y decidió darle "un carácter innovador al negocio". Y diferenciarse "porque el mercado estaba muy saturado". Así apostó por la producción de miel ecológica, además de recuperar y divulgar el patrimonio cultural que está asociado a la apicultura gallega. Su fama ha llegado hasta Inglaterra. El colmenero de la reina estuvo en su explotación hace unos años para que le asesorase sobre la apicultura ecológica. La reina desayuna todas las mañanas con miel.

Xan, de A Horta do Teodoro, posee una explotación de cerdo celta, una carnicería y fabrica embutidos de forma artesanal. "Queríamos ser diferentes y cuando hacíamos los chorizos se los dábamos a los paisanos del pueblo para que los probasen hasta que nos decían que se parecían al chorizo que comían cuando eran pequeños", relató. En un momento de su parladoiro, reconoció que si piensas con la cabeza "vas para otro lado y no te metes en estas historias", pero quería demostrar "que se puede ir al campo sin hacer grandes inversiones". Este emprendedor está convencido de que se pueden vender productos de la tierra de autor, al igual que se venden cuadros de autor.

¿Es posible vivir de cultivar esponjas vegetales en Galicia? Sí. Y Juan Carlos Mascato lo hace desde hace unos años, a través de Esponjas Luffta. Primero investigó la forma de hacerlo y ahora ya cultiva. Mascato explicó todo el proceso hasta conseguir las esponjas vegetales. Tiene más de 100.000 plantas que crecen con procedimientos muy artesanales. Contó que las producen sin usar ningún tipo de producto químico o que pueda dañar la tierra. Solo usa el plástico necesario. Es más. Su sueño es acabar con este material. También aseguró que en estos momentos están trabajando en unas planchas biodegradables creadas con las fibras de las esponjas que cultiva para que en un futuro puedan sustituir a los hidrocarburos.

El quinto en subirse al escenario fue Jesús Otero, de Granja O Cancela, conocida por ser la empresa que puso expendedores automáticos de leche en varios lugares de A Coruña. Otero también era consciente de que la diferenciación era la clave del éxito. Por eso, apostó por crear helados de leche. "Teníamos dos premisas: que el ingrediente principal tenía que ser la leche que producíamos y que fuese el mejor helado del mercado, y para ello los ingredientes tenían que ser cien por cien naturales", afirmó.

En 2011 comenzaron la comercialización y "la gente cuando tomaba el helado de fresa se sorprendía de que supiese a fresa de verdad, o cuando tomaba el de plátano, lo mismo", explicó orgulloso. La Granja O Cancela no para y ya piensa en ampliar la producción, en abrir una heladería y en saltar al mercado nacional. Terminó su parladoiro con un guiño a la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá: "Ahora que viene el caloré os invitamos a que probéis nuestros helados".

Vender conservas de frutas y hortalizas ecológicas en tarros de cristal también puede ser un negocio. Lo contó María Victoria, de Amorodo. Explicó que todos los productos que pueden los compran en Galicia. "Apostamos por la calidad, porque no podemos competir con las grandes conserveras", afirmó. El 80% de su producción la venden en Galicia. "Apostamos por la proximidad", ratificó. Este año han sacado un nuevo producto: la mermelada de pera al alvariño. Tanto la pera como el alvariño son ecológicos.

Casualidad y suerte

El caso de Roberto Álvarez es el ejemplo de que a veces las buenas ideas llegan casi sin querer. Reveló que solo se quería dedicar a la cría de vacas, pero, eso sí, alimentadas solo con forraje y cereales, al modo tradicional. Después vio que también podía vender la carne y como al principio los compradores no se fiaban, tuvo que hacerse carnicero. Un día, relató, su hermano le dijo que debía hacer carne de hamburguesa. "La carne que teníamos era muy buena, así que le pedí la receta a mi madre", confesó. En esos momentos trabajaba con él un alemán, de Hamburgo, que le dijo: "Esto no se puede llamar hamburguesa. Se tiene que llamar galeguesa". Un día después fue a registrar el nombre. Entonces pensó que debía "completar el ciclo y dar la hamburguesa ya hecha". Así, acaba de abrir Casa Galeguesa, en Vigo, donde vende las hamburguesas de los terneros que cría. "Todo ha sido una casualidad y suerte", reveló.

El cierre de la tercera edición de los Parladoiros corrió a cargo de Elena Ferro, una zoqueira de tercera generación. "Mi abuelo hacía zuecos a cambio de comida", admitió en el arranque de su intervención. Ferro explicó que en la década de los 70 la venta de zuecos decayó y también desaparecieron muchos zoqueiros. "Los zuecos siempre se asociaban a pobreza y nosotros intentamos cambiar esa idea. Queremos sacarle esa negatividad y rechazo que tenían", manifestó.

Por eso empezaron a hacer pequeños cambios en los zuecos. Ahora deben tener más curvatura porque el suelo es más duro ya que antes solo se usaba en el campo. A finales de los 90 decidieron pintar de colores la madera y en 2010 optaron por usar otro tipo de pieles, además del cuero.

Elena Ferro mostró una serie de zuecos muy coloridos y modernos, que han supuesto un cambio de mentalidad en los compradores. La inspiración, dijo, le llega de cualquier sitio. Por ejemplo, mostró la imagen de un camión y cómo había utilizado sus colores para crear un zueco. Y es que ser innovador en el rural también tiene premio.