El censo de damnificados por la vertiginosa reforma energética que nació con el freno de las primas a las renovables en la recta final de la última legislatura socialista y que el PP amplió y completó a su regreso a la Moncloa es larga y va más allá de las centrales limpias convencionales.

Eólica, las pequeñas hidroeléctricas y la biomasa sufren todavía las consecuencias del fin de las subvenciones a su producción, pero también las fábricas que utilizan sus propios procesos internos para generar electricidad, ahorrar en la factura e incluso sumar un plus en sus ingresos padecen las consecuencias del cambio de reglas, uno de los giros legales más judicializados en la historia reciente del país.

Siga leyendo la noticia en Orbyt, o suscríbase a La Opinión de A Coruña y tenga acceso completo a todas nuestras noticias sin límites.