¿Alquilar o comprar? Esa es la gran pregunta que se hacen los ciudadanos a la hora de escoger vivienda y casi siempre lo hacen pensando en lo que les sale más rentable. La crisis, y en concreto la inmobiliaria, ha provocado un cambio de tendencia en la fórmula elegida por la población para vivir. Pese al inicio de la recuperación en el sector con el incremento de las compraventas mes tras mes en el último año, la incertidumbre y la desconfianza de los ciudadanos ante el panorama laboral aún sigue presente y les frena a la hora de hipotecarse. Por eso, los hogares gallegos que se embarcan en la firma de un crédito en la comunidad se mantienen en torno a los 211.000, mientras que aumentan, y a mayor ritmo, los que se decantan por el alquiler, que en los últimos años ha funcionado como refugio de la recesión en el sector inmobiliario. En concreto, este nicho de mercado ha repuntado en un 23% desde el inicio de la crisis, ya que el número de familias que pagan todos los meses a un casero subieron de las 99.907 de 2008 a las 123.432 del año pasado, lo que supone 33.525 contratos de arrendamiento más. Son tres de cada diez frente al 63% restante que tiene contratado un crédito con su banco para sufragar su hogar, según datos del Instituto Galego de Estatística (IGE). Las hipotecas no se han movido en términos relativos pero en número absolutos son 1.171 menos.

El boom del alquiler se aprecia sobre todo en las provincias de A Coruña y Ourense, con un aumento del 45% y el 33% respectivamente. En la provincia coruñesa desde el inicio de la recesión se alquilaron 18.479 pisos más hasta alcanzar un total de 59.433 inmuebles en este régimen de tenencia, al mismo tiempo que los que se animaron a comprar vivienda y meterse a una hipoteca son 2.447 menos. Aún así, las 94.972 viviendas con hipotecas son un 60% más que las alquiladas.

Algo similar ocurre en Lugo, con 2.333 nuevos inquilinos desde 2008 que pagan una cuota mensual a los propietarios del inmueble, es decir, un 21% más, próximo al repunte a nivel autonómico. El número de créditos bancarios para pagar una casa en propiedad, por el contrario, bajó en la provincia lucense en un 7,3% hasta los 21.713 acuerdos.

En Ourense también se ha notado el auge del alquiler con un incremento del 33% de los pisos rentados, con 2.977 contratos más en siete años hasta sumar 11.951. En el caso de las viviendas con carga hipotecaria, la cifra se mantiene prácticamente invariable respecto a la crisis del ladrillo y desde 2008 apenas 56 familias decidieron hipotecarse para comprar una casa.

Aunque tanto en A Coruña como las provincias del interior se repite la tendencia gallega del aumento de los arrendamientos, la excepción es Pontevedra. En la provincia pontevedresa respecto a hace siete años son 260 personas menos las que se han decantado por vivir de alquiler, lo que en proporción supone un descenso del 0,7% pese a que suman 38.611 inmuebles con inquilinos, un 34% del total. En Pontevedra, por el contrario, la recesión no ha frenado el interés por las compraventas de viviendas y son 3.038 más los que cada mes abonan una cuota bancaria para pagar su casa en propiedad, al pasar de los 71.063 a los 74.106 dueños.

El colectivo mayoritario en Galicia es el de aquellos que ya no pagan nada por la vivienda en la que residen, sin tener en cuenta la parte destinada a impuestos y mantenimiento. Son 638.847 familias con casa propia y sin compromisos bancarios y suponen el 60% del total, pero las dificultades para llegar a fin de mes hacen que cada vez se den menos casos de este tipo: 9.000 menos desde la crisis. Si de diez hogares gallegos, tres viven de alquiler, otros tres pagan hipoteca y seis tienen casa propia, el otro 8,3% restante reside en un inmueble cedido.

Para el sector inmobiliario, el aumento del alquiler y la caída de las hipotecas se explica por la inestabilidad laboral que ha provocado un cambio de mentalidad. "Las personas de entre 20 y 40 años no se embarcan en la compra de un piso por la necesidad de movilidad geográfica". Aunque el abaratamiento del crédito parecen hacer más atractiva la compra, a muchos les frena la necesidad de tener ahorros para la entrada y otros gastos