Hace cuatro años, Alonso ni siquiera atisbaba alguna pelusilla en su cara. Era lunes 3 de diciembre y esa mañana había cambiado las clases por un trayecto a Santiago para escuchar discursos durante 45 minutos y a su madre tomar posesión de su puesto como conselleira. Este chaval repitió ayer ceremonia, pero con su hermano y superando ya en altura a su madre, Beatriz Mato. De nuevo, su marido y sus padres acompañaron a una de las tres únicas supervivientes desde 2009 en el Consello de la Xunta de Feijóo -que también bromeó sobre la falta de asistencia a clase y pidió a Román Rodríguez justificarla-, estampa que resumió el ambiente familiar del acto celebrado en el Pazo de Raxoi.

Alfonso Rueda incluso recuperó una anécdota para evidenciar cómo pasa el tiempo: siete años desde aquella victoria con que tumbaron al bipartito. Y, mientras, la vida siguió avanzando, con meses duros para gran parte de la población debido a la crisis mientras algunos sumaban canas y los más jóvenes se adentraban en la pubertad. Incluso otros, como Feijóo, decidían probar la paternidad. "Ahora mis hijas ya no me acompañan a los mítines", sonrió el vicepresidente como ya había reconocido en el último congreso del PP en el que abandonó la Secretaría Xeral para centrarse en su baronía pontevedresa. Su esposa sonreía mientras tanto.

Al igual que hace cuatro ejercicios, los familiares compartieron con la prensa el escueto espacio reservado para invitados en Raxoi, un histórico edificio frente a la catedral de Santiago sede oficial compartida de Concello y Xunta. Los hijos de Rosa Quintana o el pequeño con que jugó Rey Varela acapararon la atención posterior al acto en que solo prometió el puesto Valeriano Martínez: el resto juró. El aire familiar provocó el colapso de los pasillos aledaños de cargos intermedios y personal de confianza que acompañaba a sus jefes. Las autoridades tuvieron un hueco aparte y en ellas destacó el alcalde compostelano, Martiño Noriega, que mantuvo el respeto institucional antes de marcharse cuando el rompan filas dejó paso a los achuchones.

El ambiente familiar contrastó con la puesta en escena de 2009 con una ristra de Citröen en el Obradoiro con la que la debutante Xunta de Feijóo quería diferenciarse del "despilfarro" del bipartito. Probablemente, Alonso ya no se acuerde de aquello.