La desertización del campo gallego no solo se aprecia en el cierre continuo de explotaciones agrícolas, con 2.300 menos al año y la pérdida de 23.876 en una década. La reducción de la superficie agraria útil en Galicia en una década es otro de los signos que revelan las horas bajas del sector primario. Según la última Encuesta sobre la estructura de las explotaciones agrícolas, con datos de 2013, el agro gallego perdió 69.104 hectáreas para cultivar, lo que supone 18 veces la extensión de una ciudad como A Coruña. En este sentido, apenas el 20% del territorio gallego se destina a usos agrícolas, uno de los porcentajes más bajos de toda Europa, sobre todo en comparación con otros países como Francia, donde supone el 40%.

Junto con el cierre de granjas y la disminución de la superficie agraria la concentración de tierras ha provocado, por el contrario, un aumento del tamaño medio de las explotaciones. Galicia es la tercera autonomía con el tamaño de granjas más bajo de toda España, con ocho hectáreas de media, solo por encima de Comunidad Valenciana y de Canarias. Aunque esta cifra se queda lejos de la media española, con 24 hectáreas, Galicia ha sido la tercera comunidad en la que se registró un mayor incremento -un 44% frente al 18% a nivel estatal- de la extensión media por explotación entre 2000 y 2010, de las 5,5 a las ocho hectáreas.

En un mercado marcado por la elevada competitividad en la que solo resisten los más fuertes, las más perjudicadas por la crisis del rural han sido las pequeñas explotaciones. Pese a que el minifundismo es una característica intrínseca de la geografía gallega y a que las 48.205 granjas familiares representan el 62%, éstas apenas controlan el 9% de la extensión reservada para actividades agrícolas. El agro gallego está cada vez en menos manos que concentran la mayor parte de la extensión. Las 27.883 explotaciones medianas -de cinco a 50 hectáreas- son la tercera parte del total y acaparan hasta el 60% de la extensión. En el caso de las más grandes, apenas 1.573 -de las que 285 tienen más de 100 hectáreas- tienen el control de la quinta parte de la superficie. Además, si se compara la evolución en los últimos años tanto el número como el territorio ocupado por las más pequeñas se redujo, al mismo tiempo que crecían las de mayor tamaño. Mientras en la década de 2003 a 2013 desaparecieron casi cuatro de cada diez granjas de menos de cinco hectáreas, las que cuentan con más de 100 hectáreas casi se cuadriplicaron, al pasar de 78 a 285 en diez años.

Lo mismo ocurre con la superficie agraria. Si la tierra cultivada en manos de explotaciones pequeñas descendió en un 45% -de 163.240 a 90.694 hectáreas-, la extensión controlada por las grandes instalaciones se duplicó desde las 21.684 hectáreas contabilizadas en 2003 a las 48.126 de 2013.

La rápida concentración de territorio se da también a nivel estatal y en Europa. El estudio Acaparamiento y concentración de tierras en Europa del Transnational Institute (TNI) revela que 336.000 explotaciones de más de 100 hectáreas -el 3.1% del total- gestionan 91 millones de hectáreas, la mitad de la superficie agraria útil. En el caso de España, este informe recoge que desde 1990 desaparecieron la mitad de las granjas de menos de 10 hectáreas. Y en 2013, el 5,4% acaparaban también la mitad de la extensión para cultivo.

Por otra parte, la población agrícola gallega está muy envejecida. Seis de cada diez titulares de las tierras agrarias tienen más de 55 años, mientras que los jóvenes agricultores menores de 35 años representan solo el 2%. Por sexos, de los 74.640 dueños de explotaciones el 57% son mujeres. Sin embargo, solo superan a los hombres en las granjas con menos de 10 hectáreas pero en las medianas y más grandes mandan los hombres. De hecho, en las de más de 100 hectáreas, del centenar de titulares solo 18 -el 17%- son mujeres.