Según el país donde se cometa una infracción de tráfico, el conductor sancionado tendrá que rascarse más o menos el bolsillo. España está entre los países europeos con las multas de tráfico menos elevadas.

En Reino Unido, por ejemplo, conducir con una tasa de alcohol por encima de lo permitido acarrea una multa de hasta 6.000 euros y una pena de seis años de prisión. En Bélgica se puede pagar por la misma infracción 11.000 euros y en Francia, 9.000 euros y cuatro años de prisión si es reincidente.

En España la sanción por conducir bajo los efectos del alcohol es de 500 euros. Pero con la reforma de la Ley de Tráfico aprobada en diciembre de 2013 la multa por duplicar la tasa de alcohol asciende a 1.000 euros, y además al estar tipificado como delito puede suponer el ingreso en la cárcel durante seis meses.

Otro ejemplo de la heterogeneidad de las sanciones en carretera: hablar por el teléfono móvil. En Reino Unido esta conducta se traduce en sanciones de hasta 3.000 euros; y si provoca un accidente mortal se puede ir hasta cinco años a la cárcel. En Austria, Alemania o Finlandia, la multa no supera los 50 euros. En España es de 150.

En el caso de Austria, se aplican las sanciones en función de los ingresos del conductor que haya cometido la infracción, un criterio que también se utiliza en Finlandia.