Después de la tormenta suele llegar la calma, pero en el campo gallego la tendencia ha sido la contraria. Y tras una sequía que se prolonga desde otoño, los campos terminaron de secarse con las heladas de la semana pasada. La falta de lluvias y las intensas heladas fueron una combinación "desastrosa" en el que para el sector es ya el peor año de la sequía. Los agricultores miran al cielo con la esperanza de que este mes venga con lluvia y se puedan paliar los daños, aunque ya dan por perdida la mayor parte de la producción de viñedos, castañas, patatas -sobre todo las tempranas-, forraje y centeno. Por eso, los sindicatos reclaman "medidas excepcionales" para paliar los efectos de las inclemencias del tiempo en el agro con pólizas de seguros más adaptadas al minifundio y a los periodos de cosecha del campo gallego. En el caso de los viñedos, reclaman la constitución de una mesa de trabajo para valorar los daños y ayudas directas a los propietarios afectados. La conselleira de Medio Rural, Ángeles Vázquez, descartó ayer esas compensaciones aunque anunció que se activarán bonificaciones fiscales y créditos.

Viñedos. Los consejos reguladores de las denominaciones de origen de Valdeorras, A Ribeira Sacra y O Ribeiro pedirán la declaración de zona catastrófica por los daños de las heladas en sus viñedos. La Xunta cuantificó ayer los daños con pérdidas del 90% de la producción de los viñedos de la denominación de Monterrei, entre el 60% y el 70% en la de Valdeorras, un 30% en la de O Ribeiro y un 20% en la de A Ribeira Sacra. Las cifras de los sindicatos apuntan que se podrían rebasar los 16 millones de kilos de uva dañados, que acarrearán pérdidas de 72 millones de euros para el sector. La conselleira lamentó que solo un 20% de los viticultores tenga seguro porque "no se puede depender siempre de las ayudas públicas". Desde Unións Agrarias, el responsable de Agricultura, Xosé Ramón González, achaca estas cifras a que la Xunta exige ser agricultor a tiempo completo para optar a los seguros cuando -aclara- el 80% lo son a tiempo parcial.

Forraje. En el primer corte de hierba se perdió hasta un 30% de la producción. También la sequía ha mermado en un 40% la plantación de centeno en A Limia, que estaba "en plena floración". La meteorología ha obligado a los productores a cambiar su sistema de trabajo y muchos optan por sembrar maíz en lugar de dar un segundo corte a las praderas y lo hacen además un mes antes de lo habitual. Las heladas han quemado todavía más las praderas que ya estaban muy secas, lo que en el caso de las montañas de Lugo y Ourense impide también el pastoreo de las reses de granjas de vacuno de carne. Al ver mermada su producción de forraje y al no tener tampoco reservas del año pasado, los agricultores deberán gastar más en piensos y otros insumos.

Patata. Los productores de patata temen cuantiosas pérdidas si este mes no trae lluvias que ayuden a crecer los tubérculos que se están empezando a plantar. Las que han sufrido ya daños son las patatas tempranas, plantadas en febrero, que ya estaban a punto de recogerse y cuya cosecha se ha visto mermada a la mitad. Si no llueve en mayo, Unións Agrarias espera aún más daños en A Limia, una de las mayores zonas productoras junto con Bergantiños, ya que dependen más del regadío que en el norte de la comunidad.

Huerta. "No queda nada. Todo está carbonizado, sobre todo los frutales: kiwis, cerezos, ciruelos..", lamenta Encarna, una agricultora del concello ourensano de Verín, quien aclara que solo "se salvaron las cebollas y las fresas". Desde Unións Agrarias destacan que también se han detectado problemas en los cultivos de pimiento amparado por la denominación de origen Pimiento de Oímbra. Pero, a diferencia de otros cultivos, el sindicato agrario apunta que en estos casos "aún se puede volver a plantar".

El sector agrario advierte de que el cambio climático es ya una realidad en la comunidad gallega y los episodios de sequía que antes se repetían como mucho una vez cada diez años ahora son más frecuentes. Y ya no solo se concentran en verano, sino que se extienden tanto a la primavera como a los meses de julio y agosto. Por eso, además de compensaciones para los daños, los sindicatos piden medidas de prevención en sistemas de riego y con adaptaciones de los seguros para evitar situaciones similares en los próximos años.