Stiglitz, premio Nobel de Economía, afirma que el problema de la quiebra actual de España es culpa de la corrupción del Partido Popular. No hace falta ser economista para saberlo, llega con ser español. Día tras día la noticia de malversación de millones de euros abruma a una ciudadanía que no llega a final de mes. La injusticia cotidiana se hace opresiva. En España se sufre necesidad creciente. Ante el panorama desolador que presentan las estructuras enfermas de la derecha necesitamos una alternativa que no puede pasar por improvisados populismos y sus escenitas de opereta de cara a la galería. Por Maduro ya sabemos cómo acaban esas aventuras. ¿Quién debe de traer un poco de orden a la escena política? Todos mirábamos a ese PSOE desquebrajado por una élite tan incapaz de ofrecer nada nuevo como de irse del todo.

Pero todo cambia. La victoria aplastante de Pedro Sánchez limpia de un plumazo el panorama interno del PSOE, pero también el nacional. Pedro dispone de un potente equipo político que defiende con fundamentos ideológicos claros un programa perfectamente estructurado que busca un modelo de democracia social avanzado. Equipo, ideas, programa y objetivos. La unidad del PSOE es positiva para España sencillamente porque ahora disponemos de un Partido con vocación de gobierno preparado para asumir el poder. La nación necesita de experiencia y mesura para emprender ese viaje que tiene pendiente a lo que podemos llamar "la segunda modernidad".

Llega el momento de mandar al Partido Popular a sufrir su propia renovación. Falta les hace. Y más que renovación necesitan limpieza general. El problema de la derecha no es un tapón generacional, sino un cenagal de corrupción. Esto es muy grave. Les llevará años limpiar su casa. Parece que aún quedan muchos casos por aflorar. Las responsabilidades penales anegarán toda pretensión de honestidad de la derecha. Quizá su regeneración también tenga que pasar por una militancia indignada. Lo que no sabemos es si la militancia popular pinta algo en su partido.

La contrarreforma conservadora ha destruido parte de los derechos que los españoles desarrollamos durante la ejemplar Transición. La contrarreforma conservadora hundió los servicios de sanidad, educación y las prestaciones sociales en una calculada decadencia por asfixia, pero como contrapartida sus recortes no trajeron ahorro, sino llevar la Deuda Pública a máximos que hoy por hoy rebasan el 101% del PIB. Por si fuera poco, también necesitaron saquear la hucha de las pensiones. Hagan ustedes cuentas. Como administradores no parecen tan brillantes como cuando les da por la corrupción.

En fin, la esperanza traída por Pedro Sánchez a la militancia socialista excede lo interno y se transforma en esa oportunidad de cambio que millones de ciudadanos esperan y necesitan. Pero las oportunidades hay que aprovecharlas y en este momento todo depende de que los militantes socialistas seamos capaces de emprender de forma serena la reforma interna que toca en estos tiempos de futuro. Este sábado, en el congreso provincial coruñés, daremos otra lección de democracia interna. La voluntad de acuerdo y unidad flota en el ambiente. Haremos un gran esfuerzo por estar a la altura de las expectativas de la ciudadanía. Es nuestra obligación, pero tambi én es nuestra ilusión y la ilusión mueve montañas.