El uniforme impone. A algunos tanto que huyen despavoridos al ver a la Guardia Civil. Eso es lo que le ocurrió al agente José Luis Lameiro durante una campaña de reparto de chalecos reflectantes. "Nos encontramos con una mujer en Moscoso, de más de 70 años, vestida de negro, con pañuelo en la cabeza... Salió huyendo hacia el cementerio como quien ve al demonio", recuerda. "Tal vez pensó que la íbamos a denunciar —relata— y por eso se echó a correr". Pero se limitaron a entregarle una prenda reflectante y explicarle la importancia de su uso para hacerse visible ante los conductores, sobre todo si ya ha anochecido o hay poca visibilidad. Otros peatones todavía hoy se resisten a coger el chaleco que les entregan los agentes "por desconfianza" ya que piensan que hay que pagarlo.