"Nosotros hicimos una campaña en 2004 y comprobamos que seguía saliendo fuel. Cogimos muestras en la zona y en agua superficial. Después el Gobierno mandó sellar aquello. Ya no volvimos más a la zona pero tampoco nadie dijo que estuviera viendo nada. Todo el mundo asumió que se habían quedado selladas. No debe estar saliendo". Lucía Viñas, jefa del Grupo de contaminación marina de Instituto Español de Oceanografía, un centro dependiente del Ministerio de Economía, es la encargada de la red de vigilancia de contaminación en el Atlántico español.

La contaminación batió récords con el vertido del Prestige. "Se notó mucho los primeros meses. Hacia el verano bajaron los niveles de contaminación pero volvieron a subir los de hidrocarburos con los temporales del otoño. Tras el invierno de 2004 los niveles recuperaron la normalidad" y en 2011 -destaca- seguía llegando chapapote a las playas".

Ana María Bernabeu, del Grupo de Geología marina y ambiental de la Universidade de Vigo trabajó con los efectos de los vertidos de fuel en las playas desde la aparición el Prestige. Su equipo recogió muestras en los arenales de Nemiña (Muxía) y de O Rostro (Fisterra) hasta 2011, momento en el que asegura que "seguían llegando galletas" de chapapote. Estas "galletas" son residuos de fuel mezclados con la arena que alcanzaban hasta 13 centímetros de diámetro. Pero no se puede determinar la procedencia exacta de este fuel ya que no hay datos.

"El seguir estudiando el Prestige no es una prioridad para las agencias que financian la investigación en España", dice Bernabeu. Más de 500 investigadores trabajaron en temas vinculados a la catástrofe del Prestige en los que se invirtieron 10 millones de euros. "Esta catástrofe sirvió para que aprendiésemos a coordinarnos pero como hemos perdido el hilo conductor podemos volver a olvidarnos si algo así vuelve a pasar", apuntó.

Federico Vilas actuó como secretario del comité científico que organizó el Ministerio de Educación, que se coordinaba desde la Oficina Técnica de Vertidos Marinos (OTVM) que tuvo su sede en Galicia hasta que se desmanteló en 2007. "Pedimos que el banco de datos que se había creado estuviese disponible para su consulta pero toda la información se mandó al Ministerio y allí se quedó", apunta Vilas. La página web de la OTVM sigue activa, pero no se actualiza desde entonces.

En el año 2013 entró en vigor el decreto por el que se aprobó el Sistema nacional de respuesta ante la contaminación marina que activará mecanismos y grupos de expertos y dirigentes en el caso de que se produzca una "contaminación marina accidental o deliberada" que afecte a España. "Es de lo único positivo que podemos sacar de todo esto", resalta Antonio Figueras desde el Instituto de Investigaciones Marinas del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Destaca que datos actualizados de cómo está el pecio no hay. En 2002 no había referencias para medir los daños en la fauna y flora marinas y las que habría ahora, quince años después, si algo así volviese a suceder, serían las de los estudios de esos años. "Volveríamos a no tener referencias", critica Figueras.