"La punta de lanza en la lucha contra el furtivismo, los primeros que trabajan para erradicar la actividad ilegal de nuestras costas". Así definen los representantes del sector pesquero gallego la labor de los guardapescas marítimos, una figura que consideran crucial en la batalla por conseguir una explotación sostenible de los recursos y eliminar las capturas irregulares.

La existencia de los guardapescas se remonta al año 1849, aunque por aquel entonces estaban englobados dentro de los guardas jurados pese a que se encargaban de proteger los recursos pesqueros y marisqueros. En el año 1992 la ley de Seguridad Privada estatal incluyó la figura del guarda particular de campo -en la que se encuentran el guarda de caza y el guardapesca marítimo- aunque no define claramente sus funciones. La ley de Pesca de Galicia, aprobada en diciembre de 2009 tras modificar la del bipartito, indica que los guardapescas deberán colaborar con los efectivos de la Administración autonómica en las labores de vigilancia.

La comunidad gallega cuenta en la actualidad con 157 guardapescas marítimos -oficialmente 156,5 porque uno trabaja a media jornada- que dependen directamente de las cofradías de pescadores, que son las que los contratan y les indican las zonas de influencia del cabildo que deben vigilar cada día. Mientras, la única vinculación que tiene el colectivo de guardas con la Consellería do Mar es una ayuda de 1.130 euros al mes que el departamento autonómico concede a los pósitos por cada vigilante que contratan. Según fuentes del departamento que dirige Rosa Quintana, las subvenciones concedidas para este servicio ascienden a 2.482.903 euros al año y el total destinado a los convenios de vigilancia -al sumar gastos como los derivados de trámites administrativos- supera los 2,8 millones de euros. La Administración autonómica, sin embargo, como indica la Lei de Pesca, puede solicitar su colaboración de ser necesario.

La desvinculación desde el punto de vista operativo del Ejecutivo gallego, según los propios guardapescas, provoca una gran descoordinación entre efectivos, lo que lleva a que algunos días unas zonas estén vigiladas en exceso mientras que otras están totalmente desprotegidas y se hacen muy accesibles para los furtivos. Las cofradías gallegas respaldan estos argumentos y califican la colaboración de los distintos cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado con los guardapescas de "nula".

"Hasta el momento la colaboración no existe. Debería haber acuerdos de trabajo porque los guardapescas están preparados para vigilar pero no para realizar un despliegue coordinado en toda la costa gallega", explica el presidente de la Federación Galega de Confrarías de Pescadores, Benito González. El patrón mayor de A Coruña, Manuel Cao, defiende la misma postura: "No tienen apoyo de otros cuerpos y fuerzas de vigilancia autonómicas o estatales y se tienen que buscar la vida como pueden. Si tuvieran más apoyo de la Administración todo iría mucho mejor".

Por ello, tanto el colectivo de guardapescas como los representantes de los pescadores gallegos entienden que estos profesionales deben depender de la Consellería do Mar, en vez de las cofradías, para que su labor sea más eficiente.

"Es ilógico que las entidades que explotan los recursos -los cabildos- sean las encargadas de protegerlos, porque pueden aparecer irregularidades", explica el delegado de guardapescas de la Asociación Galega de Gardas Particulares de Campo, Rafael Rivera. "Creemos que deberíamos depender de la Administración pesquera gallega. Con ello no pedimos que se nos haga funcionarios de un día para otro pero se podría crear una entidad o empresa ajena a las cofradías y dependiente de la Xunta que gestionase la vigilancia. Nos liberaría del doble filo que supone depender de los pósitos y habría menos irregularidades", añade.

El presidente de los pescadores gallegos también aboga por guardapescas que dependan de una entidad superior y reconoce que actualmente se corre el riesgo de que algunas cofradías cometan infracciones, aunque aclara que, de haberlas, son casos aislados.

"La coordinación debería depender de la Consellería do Mar y con la colaboración de los pósitos. El objetivo es preservar el medio, que pertenece a toda la sociedad, por lo que creo que no debemos ser las cofradías las que vigilemos sino que esta labor tiene que depender de alguien que esté por encima", aclara González.

El patrón mayor de A Coruña, por su parte, defiende también que los vigilantes dependan directamente de la Xunta, "que los debería contratar directamente y formarlos para que aprendan las características especiales de la pesca en Galicia y la forma de luchar contra el furtivismo". Manuel Cao, sin embargo, niega posibles irregularidades de los cabildos al tener el control sobre los guardapescas porque "el que quiere incumplir la ley directamente no los contrata y ya puede hacer lo que quiera. El que los contrata es porque quiere proteger los recursos".

El colectivo de vigilantes de la pesca y el marisqueo asegura que la Consellería do Mar no le interesa tener una vinculación con ellos y reclama que, al menos, haya un control de la actividad que realizan los guardapescas desde la sala de operaciones de Santiago. "La idea sería que cada profesional comunicase su entrada en servicio, las tareas que va a realizar, la zona y hasta qué hora. A la salida lo mismo: avisar del fin de la actividad y notificar las denuncias y decomisos realizados. No es un control férreo pero así se marcan ciertos límites y la Administración sabe en todo momento los efectivos que hay", explica Rafael Rivera.

El sector ve difícil que los guardapescas pasen a depender directamente del Ejecutivo gallego pero también que esta figura desaparezca de las playas y de los mares gallegos, porque la consideran fundamental para la protección de los recursos. "Puedo asegurar que si la Consellería do Mar eliminase los guardapescas, la gente del mar saldría inmediatamente a la calle, porque son los primeros en proteger los recursos de los que vivimos", sentencia el patrón mayor de A Coruña.