John Lennon pidió una oportunidad para la paz y murió asesinado por un loco. Espero que pedir una oportunidad para la pesca y la seguridad marítima no signifique que la insensibilidad de unos pocos lleve el colapso a las agendas de aquellos que, tras la convocatoria del adelanto de elecciones en Galicia -a imagen y semejanza del País Vasco- han de mantener el tipo durante dos meses y decidir en torno a graves problemas que el sector marítimo-pesquero arrastra desde hace años.

Nadie le puede discutir a Alberto Núñez Feijóo el haber decidido el adelanto electoral. Tal responsabilidad sólo a él correspondía en tanto que presidente de la Xunta de Galicia. Optó, probablemente, por lo más sencillo: convocar elecciones y, por tanto, disolver el Parlamento, antes que asumir la necesidad de hacer una crisis de gobierno en la que, además de al menos otras dos consellerías, se hicieran recaer en la de Medio Rural e do Mar parte de la responsabilidad en un Gobierno que no funciona porque su estructura no da la talla o porque las personas elegidas por el presidente no supieron o no pudieron dar respuestas adecuadas.

En materia marítimo-pesquera Galicia ha perdido mucho. Demasiado. De no haber optado Feijóo por el adelanto electoral, parece evidente al arriba firmante que las horas de Rosa Quintana al frente del departamento estaban contadas.

Feijóo repetirá como candidato del PP a la presidencia de la Xunta. Lo harán también Pachi Vázquez y Francisco Jorquera por el PSdeG y el BNG, respectivamente, y no sería extraña alguna otra candidatura como las de EU y UPyD a la vista de las expectativas generadas en las últimas generales por estas formaciones. Más difícil parece que los desgajados del nacionalismo imperante hasta ahora puedan hacer frente con garantías a esta convocatoria del 21-O.

Unos y otros habrán de hacer frente a una exigencia clara desde el sector marítimo-pesquero. Sobre todo, teniendo en cuenta la importancia social y económica del mismo.

A falta de dos meses para la celebración de los comicios, habrá que recordar a los aspirantes a la presidencia de la Xunta que la mar ya no puede seguir por los mismos derroteros por los que la han encaminado aquellos que ahora han de cesar en sus funciones -si bien las desempeñarán hasta que llegue el relevo-.

Son decenas de miles de puestos de trabajo en juego y poblaciones considerables que viven de forma casi exclusiva de la mar ya sea de la pesca o el marisqueo y su comercialización. Pero también quedan decisiones no tomadas o a medio tomar y otras adoptadas que no son respuesta a lo que el sector quiere porque lo necesita. Pero también quedan sin resolver problemas como los generados en cofradías como la de Cambados o la propia Federación Galega de Confrarías de Pescadores, con personas a su frente que no parecen las más idóneas incluso desde un planteamiento legal -aunque lo sean de militancia política-.

Es la del 21-O una magnífica oportunidad para que la política gallega fije un nuevo rumbo al sector marítimo-pesquero y diseñe para éste un futuro más halagüeño y responsable, con capacidad de respuesta, sin oscurantismo de ningún tipo. Tal vez, incluso, modificando acuerdos que tal vez todavía sea posible corregir: seguro de vida de los marineros gallegos, helicópteros del Servizo de Gardacostas, ayudas a las mariscadoras a pie, modificación del sistema de acceso a los permisos de explotación, investigación, apoyo a las reservas marinas, etc.

Alguien tendrá que mover ficha, también, tanto ante Madrid como ante Bruselas, para demostrar el verdadero potencial del sector gallego. Más peso para la política de la comunidad autónoma y menos para aquellos que consideran que su representatividad empresarial es suficiente para modificar los planteamientos de un sector -el de bajura, por ejemplo- que necesariamente, ha de contar en España y la UE por su peso específico.