El caso del Eros, un palangrero de Ribeira que estuvo retenido en Liberia junto a su armador, gallego, sigue asustando al sector, que rechaza aprovechar el acuerdo de la Unión Europea con este país africano para pescar en sus aguas. El protocolo, anunciado el pasado viernes, ofrecía la posibilidad a seis buques de este tipo para faenar allí, pero el sector parece no estar por la labor. Con el recuerdo del calvario pasado por Manuel Alberto Suárez entre febrero de 2012 y abril de 2013 (tiempo en el que estuvo retenido en Monrovia, capital de Liberia), las principales asociaciones del palangre no muestran el mínimo interés de viajar allí en el futuro.

Claudio Fernández Ibáñez, presidente de la Asociación Nacional de Armadores de Buques de Palangreros de Altura (Anapa), perteneciente a la Cooperativa de Armadores de Vigo (Arvi), cree que Liberia es un país "conflictivo". "No sé hasta qué punto podría haber interés una vez se conozcan las condiciones. Tendría que ser muy buenas para que los barcos fuesen", dijo.

Juana Parada, gerente de la Organización de Palangreros Guardeses (Orpagu), cree por su parte que ir a tierra en Liberia "no da seguridad jurídica" y que los barcos prefieren "ir a otros puertos que ya conocen", como Azores, Cabo Verde o Namibia. "Es una posibilidad, que se abra es bueno, pero por el momento no hay ningún buque de Orpagu interesado, explicó Parada. "Lo cierto es que la situación del país no interesa", comentó también Conchi Ortega, de Espaderos Guardeses, que recuerda que a su flota, salvo el caladero de Cabo Verde, "no le interesa ninguno". Situado entre Sierra Leona y Costa de Marfil, Liberia se hizo famoso en el sector pesquero por la retención del Eros, al que acusaron de realizar pesca ilegal. Su armador, Manuel Alberto Suárez, tuvo que pagar 90.000 euros de multa para volver a casa tras más de un año retenido, pese a que siempre declaró que era inocente y que lo habían engañado. Pese a haber pasado varios años, el sector no olvida el suceso.