La frase no es del arriba firmante, sino de aquellos que, a través de las redes sociales prestan su apoyo incondicional a los trabajadores de la mar que entran en su noveno día de acampada en los jardines del edificio administrativo de la Xunta en San Caetano (Santiago de Compostela) en reclamación de una mejor distribución de las cuotas de xarda, jurel, anchoa y sardina para la flota de cerco.

El apoyo de "un mar de gente" ha movido también a Izam, un niño cuya edad desconozco, a escribir una carta en la que dice: "Mi mamá siempre me explicó que mi papá no me acuesta por las noche con un beso porque está trabajando para mi bienestar, mi futuro, el de mi familia y el de todos para los que él trabaja.

Hace días para mi la situación no cambia, pero ahora, mi papá no deja de darme ese beso para trabajar, sino para luchar para que ustedes le dejen trabajar, seguir luchando por su familia y las familias que tienen niños como yo, que no reciben un beso de buenas noches de papá.

Decirles también, que es un luchador y no un ladrón, como lo vienen tratando en los últimos años.

Es mi orgullo, es mi papá.

EU TAMÉN APOIO O CERCO GALEGO".

La carta la dirige Izam a quien más claramente tiene que ver con el estado actual del sector pesquero: los "Señores que mandáis".

Estos señores que mandan se han sacado de la manga, deprisa y corriendo, un acuerdo con Portugal por el que la flota de cerco española se ¿beneficia? de una cuota adicional de 300 toneladas de boquerón de la zona IXa para ser pescada en aguas del golfo de Cádiz, que no digo yo que los pescadores gaditanos no necesiten de esta cuota extra de boquerón; pero, ¿qué tal "señores que mandáis", si miran al noroeste de la península Ibérica y se detienen en los puertos de Galicia en los que 123 barcos permanecen amarrados por falta de cuota de pesca, mientras una representación de armadores y tripulantes de estos barcos pasa frío en las tiendas de campaña "plantadas" en el jardín de San Caetano, justo delante del edificio sede de la Xunta de Galicia?

Lo mismo podrían hacer otros compañeros de profesión, que siguen pescando mientras ellos aguantan lo que les echen a la espera de una respuesta de la Xunta, de la Secretaría General de Pesca o de la Comisión Europea. Ya sé, claro, que son asociados de Acerga, pero llama poderosamente la atención el que ni la Federación Galega de Confrarías de Pescadores, ni la federación provincial de A Coruña, ni los pósitos de los puertos en los que tienen base esos 123 barcos, hayan sido capaces -al menos hasta ahora- de dar un paso adelante para que las familias de los que protestan sientan el aliento de los suyos, de aquellos los que tarde o temprano van a convivir en la mar.

¿Qué le pasa a la Federación Nacional de Cofradías de Pescadores? ¿Es que no son pescadores los que han levantado tiendas de campaña en un Santiago que ya es frío y en el que, como está mandado por esta época, llueve? ¿Se han olvidado de apoyar al cerco gallego desde Madrid?

La memoria, a veces, es frágil. No tiene papá, no tiene orgullo, no le importan los besos de buenas noches.