Agradecidos, sí, por el gesto del secretario general de Pesca, Andrés Hermida; pero los cerqueros de Acerga -muchos de ellos acampados en los jardines de San Caetano, en Santiago- mantienen el rumbo y no lo van a modificar hasta que la Secretaría General de Pesca acepte sentarse con los representantes del sector y dialogar sobre la aplicación de un reparto justo de las cuotas de aquellas especies (principalmente jurel, caballa, sardina y anchoa) que permiten a los cerqueros seguir viviendo de su trabajo en la mar.

Para Acerga no es suficiente y mantiene a rumbo el barco de sus protestas y demandas. Quinientas toneladas de jurel a cambio de otras tantas de caballa no soluciona la cuestión. Y, como me decía ayer por la mañana un armador de buques de arrastre -uno de los cuales pasa a desguace en unos días-, ¿por qué no 500 toneladas de jurel y otras 500 de caballa para el sector si, al fin y al cabo, esas especies abundan a escasa distancia de la costa? Dicho de otro modo: si se pueden intercambiar ambas especies, ¿por qué no conceder las mismas a los cerqueros?

Es un planteamiento absolutamente ajeno a los cerqueros afectados. Parte, como digo, de un armador de arrastre, que considera que con mil toneladas la flota de cerco podría aguantar perfectamente hasta las negociaciones que se lleven a cabo a partir de los primeros días del año nuevo. Eso sí, fijando topes de captura por barco y día y sin que se proceda a desembarques varios en distintos puertos, como al parecer algunos han hecho.

El propio secretario general de Pesca, Andrés Hermida, en un breve intercambio de opiniones que mantuvo con el arriba firmante, daba a entender el pasado martes, en A Coruña, su buena disposición a ese diálogo con los representantes del sector (no sé, exactamente, si con los del cerco) una vez cumplidos los dos años de vigencia del acuerdo suscrito en su momento por la Secretaría General de Pesca con las comunidades autónomas y las cofradías de pescadores para el reparto del que ahora Acerga se considera víctima.

Sea como fuere, armadores y tripulantes de esta asociación están decididos a resistir en las campas de San Caetano donde el viento, la lluvia y un algo el frío de la madrugada, no les doblega. Lo suyo es la resistencia y el ánimo no decae. Me lo decía uno de sus representantes, hasta cierto punto sorprendido porque consideraba que, después de casi tres semanas de actitud numantina, nadie se da por vencido. "Todo lo contrario", afirmó. La gente quiere una salida al problema generado por un mal reparto y aguantará estoicamente hasta la llamada a negociar un plan de gestión con topes máximos de capturas por barco y tripulantes cada día y guardar en el baúl de los recuerdos los derechos históricos.

Mientras tanto, se navega a rumbo en tierra y con la mayor parte de la flota de cerco amarrada.