Que ha dicho la conselleira do Mar, Rosa Quintana, que la retirada del anteproyecto de Lei de Acuicultura de Galicia -tal y como prometió el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo- significa para esta comunidad autónoma la pérdida de la posibilidad de convertirse en la primera región europea en materia acuícola. Y añadió que no es verdad que la ley fuese tan permisiva como para que empresarios chinos se hicieran con la propiedad de los arenales en los que hoy en día trabajan como poco cinco mil mujeres -y algunos hombres- mariscadoras a pie.

Rosa Quintana tiene sus razones para haber dicho esto. Pero otras razones pueden dejar satisfechos a aquellos que, por activa y por pasiva, han reclamado que el entonces anteproyecto de ley (presentado también como borrador) no continuase su curso (entonces a exposición pública).

Porque, conselleira, tal inofensiva ley recoge (¿recogía?) la posibilidad de expropiaciones forzosas en favor de empresas de acuicultura intensiva, la posibilidad de eliminar la necesidad de informes previos de incidencia medioambiental (que lo explique ENCE, en la ría de Pontevedra), la posibilidad de instalar plantas acuícolas en espacios naturales protegidos (de esto saben las provincias de A Coruña y Lugo) o la autorización de cultivo de especies foráneas o exóticas que podrían acabar invadiendo el medio natural de las rías (¿le suena la almeja japónica o la ostra francesa?).

Claro que la ley no habla de vender terrenos a los chinos, pero tampoco cierra a estos las puertas a costa de las espaldas y los riñones de aquellos que, desde hace siglos, hunden en la arena y el lodo de nuestras rías sus raños, sus sachos y sus rastros para llegar a las almejas -rubia, babosa, naturales de estas playas-, los berberechos, las volandeiras, etc.

¿Le suena igualmente contaminación de las rías, del medio marino y de la calidad de las aguas? ¿Qué podría pasar, caso de que la ley fuese aprobada, con toxinas como la PSP, la ASP y la DSP, que provocarían vedas y prohibiciones de la actividad marisquera y, por una pura casualidad, pesquera? ¿Realmente contribuiría a la conservación del medio marino, seguiría produciendo horas de trabajo en el marisqueo a quienes viven buena parte del año de esta actividad en Galicia?

Como consecuencia de ese proyecto de Lei de Acuicultura de Galicia -parejo a los intentos de introducir más a fondo la acuicultura en Europa- ha logrado usted lo que era impensable: unir a los mariscadores y pescadores de Galicia en contra de ¿su proyecto?

Si una ley de acuicultura de la UE sigue su camino, ¿cree usted sinceramente que Galicia sería la cabeza del león o, como siempre, se quedaría en la cola del ratón?