Bueno o malo, ¿tan bueno como cualquier otro arte o tan malo como el que más?

En las redes sociales y, particularmente, en el grupo de socios y simpatizantes de la Asociación Océanos de Gaia, hay manifestaciones de todo tipo en relación con los beneficios o los perjuicios del arrastre.

Los ecologistas son, mayoritariamente, decididos partidarios de la supresión de esta modalidad de pesca, si bien en honor a la verdad, hay que decir que algunas organizaciones son más proclives a su control o regulación, pero sin llegar a la supresión del arte como tal.

Curiosamente, y a pesar de reconocer todos que el arrastre es un arte más del que viven muchas familias en casi todo el litoral español, bien porque se practica desde barcos de bajura o por los de altura y gran altura, lo cierto es que existe mucha controversia en torno a si, efectivamente, el arrastre es un arte asumible en una profesión que se defiende como gato panza arriba convencida como está mayoritariamente de que la sostenibilidad pasa necesariamente por la desaparición del arrastre, especialmente el de fondo.

Pero el arrastre existe. Da puestos de trabajo a bordo y en tierra. Es una fuente de importantes ingresos económicos. Y, a la hora de la verdad, nadie ha demostrado fehacientemente que se trata de un arte más dañino que los demás en fondos adecuados. La supresión del arrastre como arte autorizado implicaría, entre otras cosas, la desaparición en los mercados de especies como la gamba roja en el Mediterráneo o la gamba de Huelva, la quisquilla o el camarón, o la cigala en el caladero del Sindicato, en Porcupine, el carabinero en Senegal, por no citar otras especies sobradamente conocidas aquí. Porque, como ha dicho uno de los participantes en el debate, "con sedal y un anzuelo, no se pesca la gamba".

¿Qué es lo que prepara para el arrastre la Comisión Europea?

Alfonso, patrón, de Malpica, sentencia: "El principio básico y fundamental de una pesquería es no capturar individuos que al menos no hubieran desovado una vez en su vida". Y no señala con qué arte, si bien se muestra defensor del arrastre, modalidad que conoce perfectamente por dedicarse a ella en aguas comunitarias.

Más que prohibir la pesca de arrastre, la inmensa mayoría de los marineros se muestran partidarios de la supresión de la actividad de los todavía pocos superarrastreros, capaces de meter en bodegas más de cinco mil toneladas de pescado en una sola jornada, cantidad que muchos arrastreros de litoral han de distribuir a lo largo de la mayor parte del año para poder resistir.

Que el arrastre está en la picota desde hace muchos años no es nada nuevo. Otra cosa es que se haya demostrado que su incidencia en determinadas pesquerías ha sido determinante para la extinción de estas.