Las descargas de mejillón en Galicia alcanzaron un ritmo frenético en los últimos días. El último episodio de biotoxinas marinas avanza como se temía, lo que hace pensar que pronto estarán cerradas todas -o al menos la inmensa mayoría- de las bateas gallegas, de ahí que el objetivo del sector sea extraer la mayor cantidad posible de producto para abastecer a los clientes.

Las prisas son enormes, tanto para productores como para comercializadores y transformadores. Y la calidad del mejillón cultivado en los viveros flotantes de Galicia también es indudable en estos momentos -algunos bateeiros dicen que es "inmejorable"-, lo cual también ayuda a acelerar las operaciones en los puertos.

Las consecuencias de esta situación se perciben en los muelles, repletos de barcos que descargan molusco sin descanso, así como camiones que van y vienen para transportarlo, tanto directamente a las depuradoras gallegas como para las de Francia e Italia, que, ante la amenaza de cierre y el temor a quedar desabastecidas de producto fresco, incrementaron de forma notable los pedidos.

Mientras, la industria transformadora también contribuye a acelerar el ritmo de descargas. Tanto las conserveras como los cocederos presionan al sector para tratar de hacerse con el recurso que precisan.

Incluso se da el caso de empresas que no tenían previsto iniciar la campaña hasta el mes que viene pero decidieron adelantarla y empezar ya, por miedo a que el episodio tóxico se prolongue demasiado.

La presencia de toxinas del género lipofílico ya era notable en la plataforma continental a finales de la semana pasada, como avanzó este diario. Dado que los vientos del norte que impidieron que entrasen en las rías dejaron de soplar, ahora los niveles no dejan de crecer en el interior de los estuarios, de ahí los cierres decretados por el Instituto Tecnolóxico para o Control do Medio Mariño (Intecmar).

A estas alturas ya hay 24 polígonos mejilloneros cerrados en toda Galicia por la presencia de biotoxinas marinas. Esto supone que quedan 28 operativos, pero nadie parece dudar de que ese número se reducirá rápidamente. El nivel de organismos tóxicos se disparó tanto en el norte de Galicia, donde están cerradas todas las bateas de Sada (Ares-Betanzos) como en las rías Baixas. Muros-Noia, por ejemplo, tiene sus cuatro parques clausurados, mientras que Pontevedra solo puede extraer producto en dos de los ocho registrados.

La ría de Vigo dispone ahora mismo de seis polígonos de mejillón abiertos -otros tantos cerrados- y en la de Arousa está prohibido extraer molusco en los cuatro parques de O Grove -los exteriores-, por lo que todavía queda una veintena de zonas aptas para la comercialización. Los viveros flotantes de la ría de Arousa son ahora mismo los menos afectados por la marea roja.

Las previsiones más pesimistas realizadas por los propios bateeiros parecen cumplirse. Algunos incluso pronosticaron que el cierre puede ser generalizado y quizás estropee tanto la campaña de verano como la de otoño. Por eso se preparan ya para un otoño que se presenta "muy duro", ya que si los cierres por biotoxinas impiden sacar el mejillón de las cuerdas, su peso seguirá aumentando y puede desprenderse en cuanto lleguen los temporales.

Este episodio tóxico parece comenzar a extenderse también por las zonas de marisqueo del sur de Galicia. El Intecmar decretó ayer el cierre de la zona II.2 de Vigo para moluscos infaunales, especies que viven enterradas en el sustrato, como la almeja, el berberecho, la navaja o el longueirón. Tras esta orden, solo dos bancos de este tipo de recurso quedan disponibles en la ría de Vigo.