El Gobierno decidió aplazar hasta el 5 de octubre el cierre de la pesquería del bonito por las protestas de la flota por una decisión que considera precipitada, que no fue comunicada con tiempo, según informaron ayer fuentes del sector. Por ello, las cofradías de pescadores del Cantábrico Noroeste solicitaron a la Secretaría General de Pesca una prórroga en el "cierre provisional" decretado el lunes, que sería efectivo a partir de hoy, ante la proximidad del final de la campaña. Una medida a la que el Ejecutivo finalmente accedió.

El Gobierno pretendía calcular el consumo de la cuota al estimar que la flota ya agotó las posibilidades de pesca asignadas a España para 2016 tras capturar unas 14.000 toneladas. El patrón mayor de Vizcaya, Iñaki Zabaleta, explicó que, con una prórroga, los barcos que se encuentran lejos del litoral no tendrían que regresar a puerto para echarse de nuevo a la mar en caso de que el cupo no estuviese realmente agotado, con el consiguiente "perjuicio económico" para los armadores.

El representante de la flota vasca explicó que los barcos que pescan bonito del norte se encuentran, en la actualidad, en aguas del sur de Irlanda, por lo que su regreso a puerto requeriría de dos días y dos noches, con un consumo de combustible de "unas dos o tres" toneladas de gasoil. No es el caso de la mayoría de los gallegos, que está más cerca de la costa española.

Las cofradías del Cantábrico se pusieron en contacto con los directores de Pesca de los gobiernos de sus respectivas comunidades para requerir también que, si el Ministerio no aceptaba la prórroga, al menos no obligase a regresar a los barcos a puerto hasta tener el recuento definitivo de las capturas.

El cierre no sentó nada bien a los pescadores gallegos, tanto por las formas como por el conflicto que ya existía en esta pesquería con los arrastreros pelágicos franceses. El gerente de la Asociación de Armadores de Burela (ABSA), Miguel Neira, afirmó que la decisión "pilló por sorpresa" al sector, ya que no se le anticipó información alguna y obligó a volver a puerto a algunos barcos que faenaban "a bastante distancia" de la costa y que viven "específicamente" de esa especie.

El gerente de ABSA criticó que las cosas se podrían haber hecho "de otra forma" y añadió que dentro de las normas existen los "resortes" que se aplican para otras especies, como por ejemplo "flexibilidad" al aplicar las cuotas, mediante intercambios.

La flota gallega vivió este verano una de las "peores" campañas del bonito del norte de los últimos años, con una caída del 44% tanto en facturación como en la cantidad de pescado desembarcado, por lo que buena parte de la flota abandonó la costera antes de tiempo, sobre todo los barcos grandes.