Ya está en pleno rodaje el recién iniciado 2018, un año que debe ser el de la consolidación del papel de las mujeres en el sector pesquero después de la reafirmación de su presencia allí donde nunca antes habían sido admitidas de buen grado y que la propia ministra del ramo, Isabel García Tejerina, reconoció en el trabajo que realizan como "una garantía de futuro para el sector". Porque, entre otras cosas, es la pesca -en el sector primario- la que actualmente proporciona más mano de obra joven procedente del ámbito femenino. El masculino, por contra, reclama un relevo generacional que no se logra.

El 33% del empleo en el sector pesquero y acuícola de España está ocupado por mujeres. Puede parecer una cifra irrisoria, por cuanto la mano de obra masculina es el doble, pero las mujeres que trabajan en la pesca extractiva, el marisqueo, la acuicultura, la industria auxiliar y otros subsectores son ya 45.000 en todo el territorio nacional. Diez mil de estas mujeres (el 16% del total de trabajadores del mar) están afiliadas al Régimen Especial del Mar y sus compañeros de profesión, renuentes al principio, ven ahora en ellas a colegas con las que poder compartir tareas y preocupaciones que les afectan a ambos por igual, si bien algunos de los problemas en el desempeño de las funciones inciden más directamente en la condición de mujer que en la de hombre.

La aportación de la mujer al sector pesquero repercute de forma decisiva en el incremento del asociacionismo. Las mujeres desempeñan cargos directivos en numerosas entidades locales, provinciales, nacionales e incluso internacionales, algo que no tiene comparación con los años pasados -algunos no muy lejanos- en los que ni siquiera podían formar parte de las cofradías de pescadores que hoy, muchas de ellas, lideran en todas las comunidades marítimas españolas.

La transformación experimentada en este sentido es impresionante. Todavía recuerdo cuando Enrique López Veiga, exconselleiro de Pesca con Manuel Fraga como presidente de la Xunta, lanzaba la propuesta -entendida por muchos como un desafío- de la incorporación de la mujer al sector pesquero. Hubo quien lo consideró un disparate o boutade del criticado pero muy reconocido conselleiro, hoy presidente de la Autoridad Portuaria de Vigo. Aquella especie de sueño se va cumpliendo y la visibilidad de la mujer en el mar es algo muy evidente para todos.

Sin embargo, queda mucho por reconocer, mucho camino también por andar, como la igualdad real entre mujeres y hombres del sector (algo que tampoco se ha logrado en el trabajo en tierra), la conciliación laboral o el fomento del empleo. En todo esto tiene mucho que ver la iniciativa privada, pero también la aportación de la Administración pública.

En Galicia nunca se ha concebido a la mujer como un elemento importante en la estructura del sector pesquero. En 2018 las tornas deben cambiar porque el relevo generacional en la pesca está, sin duda, en manos femeninas.