. l gobierno no ha prestado suficiente atención a los intereses nacionales, tanto fuera como dentro de nuestras fronteras, y por ello se está devaluando el concepto de lo español. Esta situación ha calado muy hondo en la Unión Europea, donde se viene percibiendo esta actitud y se sabe que, quien no es capaz de defender sus propios intereses, no será capaz de defender los intereses europeos, y en ello tenemos una clara explicación de que España haya pasado, en pocos años, desde una posición como miembro fiable, al que se tenía en cuenta, a otra como miembro irrelevante, con el que apenas se cuenta para decidir, como no sea para tutelarle y darle instrucciones hasta en la gestión de sus propios asuntos.

A pesar de la crisis económica y de la necesidad de medidas para frenar el derroche innecesario de dinero público, en el Senado español hablan a través de un servicio de interpretación de lenguas, mientras que, se ha dejado que el español desaparezca de las patentes europeas, que ahora podrán aprobarse sin contar con nuestro idioma, a pesar de que es uno de los más hablados en el mundo. España ha perdido esta batalla, y por ello la oposición ha criticado al gobierno por que se ha limitado a mirar para otro lado para distraer la atención, al igual que en otras negociaciones en que están en juego los intereses españoles, como el caso de la leche y productos lácteos, que se introducen en nuestro mercado con precio inferior a su coste y dirigidos a eliminar del mercado nacional nuestras explotaciones, o cuando, en estos momentos, se está tramitando una importante reforma de la Política europea de pesca, y el gobierno español, en lugar de atender a estas negociaciones, para evitar que prosperen ciertas medidas que van contra los intereses de nuestro sector, se ha limitado a poner en marcha, a destiempo, un proyecto de ley de pesca sostenible que no sirve ni para mejorar la regulación del sector, por su mala redacción, ni para defender los intereses españoles.

A la vista de esta dejación en la defensa de los intereses españoles, no debieran extrañarnos las reacciones europeas como la que ha tenido lugar, recientemente, excluyendo a nuestro país de la presencia en puestos responsables del Servicio europeo de acción exterior, sin ningún miembro español, a pesar de los excelentes funcionarios de carrera, técnicos y diplomáticos, con que cuenta nuestro servicio exterior. Dicen que estos signos de desistimiento y aparente desinterés de nuestro Gobierno se interpretan, en ámbitos europeos, como un ejemplo más de la eliminación del papel de España del conjunto de la escena europea. Ahora, en el Congreso de los Diputados, quieren pedir al Gobierno que explique las razones por las que se ha puesto a España en tan mala situación; pero esto, además, está teniendo repercusiones sobre políticas sectoriales por lo cual nuestra situación frente a la crisis económica puede agravarse muchos más.

Esta tendencia no solo se ve en el ámbito europeo, sino que también en otros aspectos de nuestra política exterior encontramos síntomas de naturaleza similar porque, hasta en asuntos concretos, por los que este gobierno ha tenido especial predilección, como la Agencia de Naciones Unidas para la igualdad de género y promoción de la mujer (Unifem), para el cual se entregaron aportaciones sustanciosas; pero ahora, una vez creada, resulta que, España ha perdido el cargo de la Secretaría general.

De todo ello, podemos concluir que todo esto, no pueden ser sino consecuencias lógicas de cómo se percibe, desde fuera, la situación española actual; porque ni las organizaciones internacionales ni otros estados confían en un país que no defiende bien sus propios intereses nacionales; sin olvidar que, además, hay otros interesados, como Marruecos o los mismos piratas somalíes, por solo citar un par de ejemplos, que aprovechan para imponer sus intereses.