Hace bastantes años a un político andaluz, bastante cantamañanas por otra parte, se le ocurrió la feliz idea de decir que la justicia era un cachondeo. Sobre él se precipitaron los rayos y truenos de la justicia criticada y todas las gracias de los palmeros que salían beneficiados de la condena que le cayó al autor de la gracieta. No recuerdo los motivos, pero seguro que no eran denuncias de sangre, sino de sacar trapos sucios de corruptelas varias.

Quiero curarme en salud recordando, como presunto justiciable, que para el poeta la conjunción copulativa "y" puede tener el significado del verbo "ser ", identificando ambos conceptos. De todas formas, como parece que la justicia está de vacaciones, creo que puedo dormir tranquilo.

Pero en este agosto caluroso y teóricamente tranquilo, creo que las neuronas se nos paralizan, derriten o entran en estado de letargo, ya que la visión de la actualidad tendría que hacer que se nos cayeran los palos del sombrajo y empezásemos a usarlos para curtirle el lomo a más de uno, dicho todo en sentido metafórico y sin ánimo de invitar al uso de la violencia física, aquí nadie tiene sombrajo ni palos, estamos en la más absoluta intemperie, salvo los que están al sol que más calienta y con buen protector solar.

Alguno, el innombrable, más que moreno está negro, a la sombra de Soto del Real, solo ha hecho un pequeño guiño de autodefensa, tirando un poquito de la manta y ya se ha disparado el consumo de benzodiacepina para combatir insomnios y ataques de pánico entre los supuestos responsables populares que fueron llamados a testificar ente la Audiencia Nacional. Dirán que muy bien que vayan, pero ir para nada, no se entiende, el juez no deja hacer preguntas y a ellos les entra la amnesia, si esto no es un cachondeo, por lo menos es un paripé del quince. No me digan que no parece de los hermanos Marx, esto ya es un sálvese quien pueda, mientras tanto Rajoy hace sus posados veraniegos en calzonas por senderos del país.

Cambiando de tercio y sin abandonar las sedes judiciales, recordarán que hace meses el Tribunal Superior de Justicia de Galicia declaró ilegales los conciertos, las subvenciones a los colegios segregadores, a los que ven pecaminoso que seres humanos de distinto sexo aprendan juntos lo que sea menester sobre Pitágoras y Quevedo. Pues bien, la Consellería de Educación, lejos de ejecutar la sentencia, que es firme aunque exista la instancia en casación ante el Tribunal Supremo, se la pasa por el arco de triunfo y sigue manteniendo el sostén público para esos centros mientras recorta aulas públicas y hace pagar el comedor al alumnado que vive lejos del colegio. Pero no solo argumenta que puede ser que dentro de años el Supremo le dé la razón, sino que sabe de buena tinta que su partido pasará el rodillo parlamentario en la tramitación de la Lomce y que con ella se blindan y bendicen todas las iniciativas que salgan desde las prelaturas que auparon a Rouco y que él tanto aprecia demostrando agradecimiento a los poderes públicos por nuestro bien.