Cuando escucho o leo la noticia de una huelga en cualquier sector siempre procuro saber más, qué ocurre, cuáles son las causas, a quién beneficia, si hay o no unidad entre los convocantes. A veces descubro que lo que se esconde detrás del titular de la huelga, no es tal. Una huelga es un sacrificio para el trabajador huelguista, siempre le cuesta dinero y en ocasiones el puesto de trabajo; aun así es un derecho constitucional que sigue protegido.

Siempre he defendido que ha de ser el último recurso de los asalariados defendiendo sus derechos y presionando para conseguirlos, cualquier observador puede comprobar que últimamente no hay muchas huelgas convencionales y que las manifestaciones, marchas, encierros? proliferan más que el paro en las producciones y los servicios.

Ya hablando de servicios públicos las convocadas en la educación, en la sanidad, en el transporte público? siempre tienen como objetivo mejorar la calidad del servicio, evitar el recorte o la privatización; aunque esta regla tenga variadas excepciones de sectores muy corporativistas que usan el recurso legítimo de forma gansteril. En ambos casos los ciudadanos salen perjudicados, con el primero pueden verse identificados, reflejados y comprender la convocatoria; en el segundo, casi nunca.

Demasiada divagación para entrar en el asunto. Dejando claro que como ciudadano no me provoca y me importa poco el tema -pese a saber que afecta a mis impuestos- he de reconocer que no entiendo ni a los que convocan esta supuesta huelga por el reparto de derechos de imagen (de las estrellas) ni los privilegios fiscales (de los que cobran para tenerlos). Tampoco entiendo los argumentos de la administración ni del portavoz de las empresas deportivas para oponerse, aunque quizá algunas se estén jugando su supervivencia.

Pero lo que de verdad me desconcierta es la alarma social que se palpa, sobre todo en los medios, abriendo en portada con el tema, siendo la estrella de programas radiofónicos y televisivos, seguramente con razón, porque son sustanciosas las cantidades de las que se habla y seguramente serán más abultadas las de las que no se habla, las de los fondos de inversión dueños de derechos de los jugadores, del mundo de las apuestas y sus intereses? No se habla de otra cosa y seguramente en balde porque no llegará la sangre al río y no habrá "huelga"; no es solo la pelota la que se pone en juego, tener entretenida a la masa también genera réditos; ya lo decía aquel ministro de innombrable recuerdo que hablaba del interés general de algunos partidos de fútbol. Convendría usar el término huelga con precisión. Así nos va.