Opinión | La tribuna

La marcha de la locura

La actualidad exige seguir hablando de Oriente Medio, donde la tensión es muy alta y hay riesgo real de que se extiendan varios conflictos que parecen realimentarse a diario con energía renovada. Es también un lugar en el que los líderes cometen errores que la politóloga estadounidense Barbara Tuchman llamaba en un libro The March of Folly, porque aunque puedan beneficiarles a corto plazo acaban siendo malos para el país que gobiernan. No puedo estar más de acuerdo y daré dos ejemplos aunque también podría hablar de España, donde tampoco faltan.

El primer ejemplo es Bibi Netanyahu, primer ministro de Israel, que no quiere ver que los palestinos existen, que hay que atender a sus legítimas aspiraciones, y que no habrá seguridad para Israel sin un mínimo de justicia para ellos. Cree que con «cortar la hierba» y darles un par de capones cada pocos años tiene controlado el problema y Gaza le ha demostrado lo equivocado que está. Prioriza el objetivo irreal de acabar con Hamás sobre el inmediato de liberar a los rehenes que aún están en su poder y que deben sobrevivir, si es que aún lo hacen, en terribles condiciones. Netanyahu parece desear la continuación del conflicto para aplazar cuanto sea posible la convocatoria de elecciones, la creación de una comisión que investigue los fallos de seguridad cometidos el 7 de octubre, que permitieron a Hamás un triunfo mucho mayor del que jamás pudo esperar y, last but not least, desea postergar en el tiempo el momento en que deberá sentarse ante un tribunal para responder a graves acusaciones de corrupción. De modo que sus intereses y los de Israel pueden no ser coincidentes.

También el Líder Supremo de la República Islámica de Irán, Ali Jamenei, se ha equivocado atendiendo a la presión popular para responder a la provocación israelí (con grave quiebra del derecho internacional) de bombardear un edificio diplomático en Damasco, donde murieron militares iraníes de alta graduación. Midió al milímetro su respuesta para no causar víctimas (incluso advirtió de la hora del ataque) y para no dar excusas a los muchos que le tienen ganas, y sus drones tardaron horas en alcanzar su destino, facilitando así su destrucción (recuerda a la serie televisiva El problema de los 3 cuerpos, en la que los terrestres se preparan para una invasión de alienígenas que tardará 400 años en llegar), pero Irán se ha equivocado porque ha hecho un gran favor a Israel al desviar la atención mundial del desastre humanitario que ha provocado en Gaza, donde le deja ahora manos libres; porque hace que Israel pase de atacante a atacado y recupere parte de la mucha simpatía internacional que había dilapidado; porque dificulta que Washington siga considerando reducir los envíos de las armas que permiten a Israel seguir bombardeando Gaza sin piedad; y porque ha reforzado la relación de Israel con algunos países árabes, como Jordania (que le ha permitido combatir contra drones iraníes en su espacio aéreo) y Arabia Saudí, que entre dos enemigos, Israel e Irán, prefiere al primero. Ahora Teherán se enfrentará a nuevas sanciones internacionales cuando la política que había seguido hasta la fecha con ayuda de sus aliados hutís, de Hizbulá o de milicias afines en Siria e Irak le permitía acosar a Israel tirando la piedra mientras escondía la mano. Cabe concluir, pues, que Irán también se ha equivocado.

Pero, como Oriente Medio es tierra de la Biblia, allí impera el ojo por ojo y en eso estamos estos días, en una situación que recuerda la imagen que pintara Goya de los dos hombres enterrados hasta la rodilla mientras se dan garrotazos. Aunque Irán consideraba el asunto zanjado, pelillos a la mar que diría Jamenei, Netanyahu ha respondido al ataque iraní enviado algunos, pocos, misiles y drones contra un par de bases militares en Isfahán y Tabriz, sin al parecer haber causado daños apreciables. Se diría que ambos, una vez que han demostrado lo machos que son, tratan de evitar que el conflicto se desborde. Israel porque su prioridad es intervenir militarmente en Rafah, en el sur de Gaza, donde se amontonan 1,7 millones de gazatís exhaustos y famélicos que no tienen ya adónde huir, y el régimen de los ayatolás porque lo que quiere de verdad es perseguir a las pobres mujeres que no visten como ellos desean.

Y así vamos. The March of Folly.

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