-¿Cómo era la cirugía cardíaca de 1990, cuando llegó a A Coruña, y la que dejó al retirarse?

-Lo que más me llamó la atención al llegar era la poca cirugía cardíaca que se hacía. El primer año hicimos 200 cirugías por millón de habitantes, cuando lo habitual eran 900. Quería operar más, pero hacerlo bien. Fue de gran apoyo que las autoridades sanitarias aumentasen de un quirófano a dos, luego con cirugía pediátrica, a tres... Y poco a poco hasta que en 2015, cuando yo ya no estaba, se consiguieron mil cirugías al año, cifras que probablemente solo otro hospital de España, el Clinic en Barcelona, puede lograr. Y por supuesto otra de las grandes novedades es que antes Galicia no tenía un programa de trasplantes de corazón y se logró realizar hasta 46 en un mismo año, algo que ningún otro hospital ha conseguido superar en este país.

-¿Cuáles son las claves para convertir a un hospital en referencia internacional?

-Es un trabajo de mucha gente. Siempre se dice que la medicina se asienta en tres patas: asistencia, docencia e investigación. Y yo añadiría el marketing, saber vender lo que haces porque informar de lo que haces permite obtener más recursos, más respaldos. Durante mis años en el Chuac, más de 250 médicos visitaron el servicio para aprender cómo lo hacíamos y esos son los mejores embajadores que tenemos. Además es muy importante la docencia, formar a los futuros cirujanos y eso también se impuso en estos años.

-Si tuviera que quedarse con un momento a nivel emocional de estos 25 años de carrera, ¿cuál elegiría?

-El más emocional fue el primer trasplante de corazón. Recuerdo estar en el quirófano y que al terminar cuando comenzó a latir el corazón, todo el mundo se puso aplaudir.

-¿Imaginaba que dos décadas después el paciente estaría hoy (por ayer) presente en la presentación de su libro?

-Es emocionante y forma parte como dice mi mujer de la suerte del otro Juffé. No sólo el primer trasplantado sino que el primer paciente que operé al llegar al Modelo, hace más de veinte años, también está vivo.

-Y de toda su trayectoria, ¿de qué se siente más orgulloso?

-De los residentes. De todo lo que haya podido transmitirles.

-¿Alguna espinita clavada a nivel profesional de algo que quisiera y no pudo haber realizado?

-Nada. Creo además que un jefe, el líder de un equipo debe saber buscar un sucesor para cuando deje el puesto que iguale o sea mejor que él mismo.

-El futuro de la medicina pasa por aprovechar las ventajas de la tecnología, pero advierte del riesgo de perder el trato con el paciente...

-No se puede perder la relación entre médico y paciente, el contacto visual y en persona de ambos. Me cuentan pacientes que hay médicos que ni les miran cuando les están contando que les ocurre, que sólo escriben en el ordenador. Yo escribía sin dejar de mirar al paciente porque se crea una empatía que es muy importante y así observas cualquier gesto y también el paciente tendrá más confianza en ti.