-Desde luego, su parecido con Madonna es increíble. ¡Y usted no se dio cuenta de ello hasta la universidad!

-Efectivamente. Uno de mis profesores universitarios me dijo un día: '¡Melissa, ¡me recuerdas a Madonna!'. Yo era admiradora de la gran cantante e incluso cantaba en los karaokes sus canciones. Y ya ves...

-¿Y cómo llegó a dedicarse a doblar a la reina del pop?

-Yo a Madonna la he admirado siempre porque es muy polifacética: es una gran cantante, una singular bailarina, una intérprete exitosa de películas y, sobre todo, tiene una gran personalidad. Por eso, y dado mi, dicen, parecido físico e, insisto que también, al parecer de otros, mis cualidades vocales, me llevaron a encaminar mi vida desde hace 20 años a dignificar y llevar el arte de Madonna por el mundo entero.

-¿Qué es exactamente ser la doble oficial de Madonna?

-Ella no tiene dobles oficiales como tal sino impersonators, que es algo parecido y es a lo que me dedico las 24 horas del día. A tratar de honrar su nombre.

-¿Podríamos decir que es su amiga?

-No es mi amiga, es mi maestra. Lo he aprendido todo de ella. Como persona es irrepetible y como artista, qué decir. Ahí está su extraordinaria carrera y su nombre en lo más alto del espectáculo.

-Ha llegado a sustituir a la artista por todo el mundo en diversos actos oficiales. ¿Qué es lo más difícil?

-Aunque yo soy norteamericana de nacimiento, he actuado a lo largo de mis más de 15 años como doble de Madonna en más de 30 países y ante más de dos millones de personas, y en muchos de esos lugares existe la tradición de contratar dobles en grandes festejos u ocasiones especiales. A mí me contratan en muchas de esas fiestas porque, según dicen, soy la que más me asemejo y la que más recuerdo a ella. Lo más difícil, sin duda, es transmitir al público la sensación de que Madonna está allí aunque la que esté realmente sea Melissa Totten.

-En esos momentos en que la gente piensa que usted es realmente Madonna. ¿Cómo reacciona? ¿Tiene alguna anécdota que recuerde con especial cariño?

-La verdad es que no, porque yo cuando no estoy en el escenario, rodando o ensayando, voy sin maquillar, con gafas oscuras y con algún tocado, precisamente para intentar evitar estas situaciones. Separo muy bien lo que es ser 22 horas Melissa Totten y hacer dos horas de Madonna.

-Así huye también de los paparazzi, ¿no?

-Tengo una óptima relación con ellos porque la prensa ya me conoce y sabe quién soy. No les temo, la verdad.

-¿Hay algo de Melissa en la Madonna de verdad o hay más Madonna en Melissa?

-Durante el espectáculo procuro ser más Madonna que la propia Madonna. Visto los mismos trajes, hago las mismas coreografías y dicen que mi voz tiene sus mismos registros. Pero no sé si comparto alguna otra afición con ella, lo desconozco porque no es mi amiga.

-Compartirán estilista...

-Obviamente no, aunque trato, y lo digo con orgullo, de copiar absolutamente todo de la señora Ciccone. Eso incluye maquillaje, vestuario, ropa...

-Después de tanto tiempo, ¿siente presión al subirse a un escenario a imitar a la cantante de Material Girl?

-Desde que decidí convertirme en artista me puse como obligación respetar al público que asiste a mis conciertos. Para ello, y para que cada montaje resulte distinto, me meto en el personaje y vibro, y trato de hacer vibrar al público con mi actuación.

-Toda una vida dedicada a la diva y aún así ha sabido desligarse y tener su propia carrera. ¿Cómo lo ha logrado?

-No me ha resultado difícil porque, a pesar de editar mis propios discos y de ser, no sé por qué, un icono gay contratado habitualmente en todas las fiestas del orgullo, sigo siendo casi todos los días Melissa Totten. Afortunadamente, no tengo ningún trastorno de personalidad. Soy una chica muy sencilla y asequible para todos mis fans.

-Visita España por primera vez con un gran musical. ¿Cómo espera que la acoja el público?

-Estoy segura de que reaccionará como lo han hecho los más de dos millones de personas que ya han visto mis anteriores espectáculos. Y le confieso una cosa: es en esta presentación en España con Madonna I love you donde estoy dando lo mejor de mí misma. Durante 15 días he estado preparando nuevas coreografías, nuevos vestidos... y he adelgazado unos cuantos kilos.

-¿Qué va a encontrar la gente en su espectáculo?

-Una cuidada producción de más de hora y media en la que repasamos los principales temas de las dos últimas grandes giras de Madonna. Cuento, para ello, con ocho bailarines de grandísimo nivel coreografiados por Orietta de la Peña, y una orquesta de cinco componentes dirigida por el músico inglés James Tato Monrabal. Y no me puedo olvidar de las dos grandes coristas que me acompañan, Sonia Reig y Sonia Cruz.

-Mantenerse tantos años en la cima del éxito dedicándose a la música no es fácil, y más con la situación de crisis actual. ¿Algún consejo para los más jóvenes?

-Nunca me ha gustado ser maestra de nada porque cada uno somos un mundo pero creo que para ser artista, médico o chef, hace falta cariño, dedicación y dotes para ello. Lo demás, créeme, es pura suerte. Estar en el sitio oportuno en el momento oportuno.

-Por cierto, ¿le asusta un futuro sin Madonna?

-No me asusta. De hecho, por una circunstancia familiar que no me es agradable comentar, abandoné durante más de un año el papel de Madonna. Evidentemente, he vuelto porque soy feliz, y como me cuido a todos los niveles, seguiré siendo Madonna mientras pueda estar en un escenario honrando al personaje con la máxima dignidad que se merece.