-¿Qué consecuencias tendrá la muerte de Gadafi en el futuro de Libia?

-Creo que es una muerte dramática y una tragedia para el mundo árabe. Lo normal sería una transición democrática, política y de manera pacífica. En cualquier caso hay un sentido lógico en casos como el de Gadafi, en Libia, o Mubarak, en Egipto, y no hay dudas de que lo que estamos viendo significa el fin de este tipo de poderes.

-¿Hubiese facilitado la transición capturar vivo a Gadafi y someterlo a un juicio?

-Ese proceso hubiese sido lo justo pero en mi opinión hay que pasar página y comenzar una nueva fase de construcción. Libia es un país en el que todo el mundo estaba detenido por Gadafi y la mayoría de los opositores estaban fuera de sus fronteras.Reconstruir el país no va a ser fácil porque aunque es rico en petróleo el régimen ha dejado pobreza y no hay suficientes infraestructuras. Lo que hace falta ahora es juventud y educación, por eso creo que hay que pasar página de manera rápida.

-¿Puede complicarse el proceso hasta convertirse Libia en un segundo Irak?

-Muchos analistas creen que la transición no va a ser fácil. Ahora lo más importante para la revolución es unificar el país y conservar esa unidad ante los peligros porque Libia es una sociedad tribal y creo que vamos a ver lo que ya ha pasado en Irak. Muchos analistas creen que la transición no va a ser fácil porque supone pasar de una dictadura donde había un partido único, como en Irak, o donde todo el pueblo estaba organizado en congresos populares, como en Libia, a una sociedad moderna, con partidos, elecciones... La sociología del país no lo permitirá fácilmente. Hay un peligro para Libia.

-¿Qué papel debe asumir en ese contexto la comunidad internacional?

-Lo más lógico es que dejen el país, pero antes garanticen una seguridad. Las fuerzas internacionales han intervenido para apoyar el cambio y ahora tienen la responsabilidad de asegurar una transición pacífica. No pueden abandonar a Libia así y dejarla inmersa en una lucha tribal, otra guerra civil.

-¿Continuará la oleada de revoluciones democráticas, la primavera árabe, hacia nuevos países como Siria?

-Lo que ha pasado en Libia y la muerte trágica de Gadafi debería llamar la atención de Bachar al Asad, el presidente sirio, y de otros responsables árabes. Deben aceptar los cambios de poder porque si no lo hacen tendrán el mismo futuro que Gadafi o Mubarak en Egipto. Lo que está pasando en el mundo árabe va a seguir. No hay marcha atrás posible.

-Existe también el riesgo de que el proceso decepcione a los revolucionarios, como está ocurriendo en Egipto.

-Es algo que ha pasado en la Revolución Francesa y en todas las revoluciones de la historia. Un proceso así viene pero no trae consigo el cambio inmediato. Las condiciones económicas y sociales, las fuerzas que pugnan por volver... es una lucha normal. Lo innegable es que se ha dado un paso muy importante por el cambio en Túnez, Libia o Egipto. En este último país hay ahora más libertad y la gente tiene el destino en su mano.

-Sí, pero en este caso la decepción puede avivar las posiciones más extremistas.

-El riesgo existe porque en algunos países, como en Siria con los Hermanos Musulmanes, esa es la tendencia más fuerte del país; incluso la mayoría del Consejo Nacional de Transición de Libia es de tendencias integrista, más o menos moderada. La pregunta es: ¿cómo se van a adaptar a la situación? ¿Podemos tener partidos moderados como el islamista de Turquía o triunfará una ideología radical como la talibán en Irán? En estas cosas hay que buscar la solución.

-En los últimos meses los países árabes se han visto sacudidos por revoluciones y protestas democráticas, ¿cuál es el motivo?

-Además de las nuevas tecnologías y redes sociales, hay una situación sociológica y antropológica que explica lo que pasa. El mundo árabe ha llegado a un punto en el que tenemos una mutación socilógica, con más jóvenes que conocen lo que pasan en el mundo y no aceptan lo que aceptaron las antiguas generaciones y además la estructura familiar ayuda a que la gente busque la libertad. La gente busca otro modo de vida. Yo creo que lo que ha pasado en el mundo árabe no fue solamente una sorpresa, sino una acumulación de condiciones y de factores sociológicos, económicos, políticos, sociales... que han surgido de esta manera, como ha pasado en otros países, como los del este de Europa. Es lo que va a pasar ahora en el mundo árabe; es una avalancha que va continuar.

-¿Qué papel juega internet en este proceso?

-Internet deja cifras muy importantes. Durante los últimos años se contabilizaban 2.300 mensajes diarios en Twitter pero antes del cambio en Egipto se multiplicaron hasta los 230.000. Pero no es la Red la que sale a las calles, sino los hombres, mujeres y jóvenes. Internet solo ofrece la posibilidad de coordinarse mejor y lanzar mensajes pero es la gente la que estaba preparada. En Túnez, por ejemplo, la mayoría de las manifestaciones en las pequeñas ciudades han sido convocadas sobre todo por los trabajadores y las secciones de la Unión General de Trabajadores de Túnez, que ha mantenido la presión cada día sobre Ben Ali. Internet es muy importante, pero en los países del Golfo, por ejemplo, también se utiliza mucho y no ha habido revoluciones.