-El autoengaño es necesario en todos los órdenes de la vida, pero ha provocado todos los cracks económicos, dice usted.

-El autoengaño en ciertas dosis es beneficioso pero, sobrepasado cierto punto, se vuelve en contra. Sucede en todo: desde una ludopatía hasta un exceso de confianza en la economía. El autoengaño es un mecanismo par distorsionar la realidad y muchas veces puede tener ventajas pero más allá de ciertos límites genera problemas. Un autoengaño colectivo llevado al límite en términos económicos es el mayor generador de burbujas.

-Bancos, analistas financieros, inversores... ¿Todos se autoengañan?

-Hay un libro que analiza 800 años de crisis económica y sus autores llegan a la conclusión de que todas son iguales, todas se basan en los mismos mecanismos psicológicos y, sin embargo, la frase que se repite en cada burbuja es: 'esta vez es distinto'.

-¿No escarmentamos?

-No escarmentamos. En las situaciones de euforia y alegría todo va tan bien que nadie quiere parar la fiesta. ¿Quién es el guapo que dice 'nos ha ido muy bien pero hay que frenar porque esto a lo mejor es insostenible'? El ser humano, mientras vea una ventaja a corto plazo, ignora las posibles consecuencias a medio y a largo plazo.

-¿Hay demasiado 'ruido mediático', cree usted?

-Hay muchísimo. Hay una crisis real, que es la que es, con millones de parados, y otra mediática. Los periódicos están llenos noticias que no afectan en absoluto al día a día de la economía. Publican titulares como si se tratase de la gran catástrofe cuando hay una bajada de la bolsa o una agencia de rating advierte que va a rebajar la calificación de la deuda. En realidad, solo se trata de una advertencia.

-¿Acaso no es importante?

-Sí es importante pero se hace demasiado ruido con cosas que no son determinantes. Importante es todo, todo tiene su papel, pero los periódicos dan a diario una presencia exagerada a la crisis económica, y eso genera una crisis psicológica paralela a la real.

-¿Cómo enfocarlo entonces?

-Con mucha pedagogía. Hay que informar muy bien de lo que ocurre para que la gente tenga un conocimiento real y pueda entender las posibles consecuencias de cada problema. No hay que dramatizar tanto.

-Todos ven con gran preocupación la crisis. Felipe González dijo que estamos al borde del abismo.

-¿Qué significa estar al borde del abismo? Hay que concretar. Frases como 'esto se hunde' o 'estamos al borde del abismo' no significan nada en economía, son frases vacuas. Son frases para sembrar pavor. Pongamos nombre y apellido. 'Al borde del abismo' ¿qué significa?, ¿que vamos a salir del euro?, ¿que la tasa de paro aumenta cuatro puntos más?, ¿qué es? Falta mucha pedagogía.

-Usted mismo no es optimista y dice que esto va para largo.

-Lo que soy es muy realista. Esta situación se va a prolongar pero creo que el impacto ya no será tan fuerte, salvo en cuanto al paro. Lo más duro es el ajuste económico inicial, los dos primeros años. Es como un régimen dietético: las dos primeras semanas de dieta las pasas canutas, con un hambre terrible, pero al cabo de dos semanas ya te has acostumbrado, y aunque se prolongue dos meses más, lo duro ya pasó. Igual que cuando pasas la pájara haciendo deporte: una vez que la superas, aguantas.

-¿Esta pájara cuánto durará?

-Nadie lo sabe. El desequilibrio fue muy grande, tanto en endeudamiento como en la burbuja inmobiliaria. Los excesos han sido muy altos y cuanto más grandes son los desequilibrios, más tiempo se necesita para corregirlos. No es lo mismo poner a dieta a un persona con un sobrepeso de diez kilos que de cuarenta.

-¿Hay exceso de autoengaño cuando Rajoy dice que no subirá los impuestos y que reducirá el gasto público en 16.500 millones?

-Es evidente que un recorte de 16.000 millones de euros no se puede hacer sin un aumento de la recaudación y un recorte de gasto. Yo creo que todavía no tiene toda la información precisa. Tendrán que pasar dos o tres meses hasta que verdaderamente se sepa la magnitud del déficit y la realidad de las cuentas públicas. En Cataluña se dijo que el déficit era del 2,4% y luego fue del 4,2, casi el doble. No digo que el Gobierno socialista lo haya escondido pero comprendo la prudencia (de Rajoy).

-En ese tiempo habrá elecciones en Andalucía (4 de marzo).

-Espero que no condicionen. En economía hay que tomar decisiones pensando a largo y medio plazo pero en política se sobrevive a corto plazo. No se pueden retrasar medidas por temor a ser castigado en las urnas, es una equivocación. Hay precedentes como el caso de CiU, que hizo recortes muy duros y, sin embargo, no le pasaron factura en las elecciones generales. La gente es madura y entiende que se tomen medidas muy impopulares. Si Rajoy cuenta con un buen equipo y lo comunica bien, no tiene por qué pasarle factura en las elecciones andaluzas. Si yo fuera Rajoy, tomaría todas las medidas duras al principio. Lo que se tenga que hacer, cuanto antes mejor.

-¿Qué conclusiones extrae de esta crisis?

-El ser humano tira de lo que no tiene. Si le ponen delante un crédito para poder disfrutar de algo en el presente, piensa que ya verá cómo lo devuelve y de momento tira millas. Hemos actuado de forma muy cortoplacista y muy poco sensata.

-Ahora hay verdadero pánico y el consumo lo acusa.

-Lógico, la mayor parte de la demanda está funcionando a base de crédito. Cuando los créditos no son para inversión sino para consumo -y hubo mucho crédito para consumo- lo que se hace es comprar con rentas futuras, con rentas de los próximos diez años. Y cuando se deja de tener acceso al crédito y además se tiene que devolver el préstamo anterior, se produce un derrumbe muy grande del consumo. Por eso los excesos crediticios que repercuten sobre el consumo tienen después efectos tan duros sobre el crecimiento económico.

-¿Hubo un exceso de autoengaño en Urdangarín?

-Hay situaciones en las que uno se cree invulnerable. Me cuesta mucho creer por qué (Iñaki Urdangarín) hizo eso. Me cuesta entender los mecanismos mentales por los cuales una persona con la vida solucionada actúa de ese modo, si es que la justicia confirma las sospechas que se tienen hasta ahora.

-Solo el 5% de los emprendedores triunfa verdaderamente, ha recordado usted. ¿Cuáles son los errores más comunes?

-Las discrepancias y la desconfianza entre los socios y el excesivo anclaje en la idea. En general, el emprendedor cree que todo depende de la idea y que si es una buena idea todo saldrá adelante. La idea es importante, pero no es lo importante. Lo importante es cómo la desarrollas. O como la modificas. Hay un apego excesivo a la idea brillante. Mi conclusión, tras hablar con muchos emprendedores es que más vale emprender un negocio con ideas mediocres y brillantemente desarrolladas que no con ideas brillantes que cuesta mucho ejecutar.

-Novelista de éxito, articulista, conferenciante, ensayista, ¿vive hipotecado por el trabajo?

-Trabajo mucho porque me gusta y porque trabajo en lo que me gusta. No es tan complicado como parece, no me paso el día viajando. Dedico las tres cuartas partes de mi tiempo a escribir en mi despacho con toda tranquilidad y a investigar. El resto es una tarea accesoria. Soy una persona bastante celosa de mi tiempo y restrinjo esas otras actividades. Tengo muchos intereses y desde fuera puede parecer que toco muchas teclas, pero la realidad es que estoy muy centrado en la escritura, tanto de economía y empresa, como de ficción.

-¿Ha encontrado la razón de la sinrazón, como los personajes de su última novela, Tinta?

-Sí, el motivo de mi sinrazón en una página en blanco.

-¿A qué huele la tinta?

-No lo sé, pero lo que sí sé es que genera adicción.

-Tinta es un homenaje a los libros, ¿cuáles le influyeron?

-En su día me impresionaron mucho las Obras completas de Augusto Monterroso, su primer libro de cuentos. También, Cien años de soledad y la obra de Borges.

-¿Se ve más como escritor de ficción o como ensayista?

-Como escritor de ficción. Mi futuro, a la larga, es solo novelar.

-¿Su próximo libro?

-Será una novela.