Marta Lado Castro-Rial aterrizaba en A Coruña procedente de Sierra Leona el pasado lunes, pocas horas antes de conocerse que una auxiliar de enfermería gallega, que había atendido a los dos religiosos españoles repatriados y fallecidos a causa del ébola en Madrid, se había convertido en la primera persona infectada por ese virus en Europa. "En este tipo de enfermedades, el riesgo de contagio cero no existe. Hay que intentar evitarlo, y para eso están los protocolos y las guías médicas de actuación, pero sabíamos que podía darse una situación como esta", sostiene esta médico coruñesa, quien desde hace meses asesora al Ministerio de Salud de ese país africano sobre cómo abordar el brote de ébola y que, además, coordina la sala de aislamiento del Connaught Hospital, en la capital, Freetown. Una unidad con 18 camas (dos de ellas pediátricas) por las que han pasado alrededor de 360 pacientes en los últimos cuatro meses, "y unos 200 han dado positivo". "Nunca ha habido un brote de ébola como este, por eso no hay expertos en el abordaje de la enfermedad. Si acaso algún compañero que se ha enfrentado a algún brote anterior en Congo o Uganda, pero nunca de esta cepa y en las cifras de contagios que estamos viendo. Dentro de unos meses, los expertos seremos los profesionales que estamos trabajando ahora en las zonas calientes del brote", subraya.

-En el caso de la auxiliar de enfermería gallega infectada en el Hospital Carlos III de Madrid, ¿qué puede haber fallado?

-En este tipo de enfermedades, el riesgo de contagio cero no existe, esto es algo que sabemos todos los profesionales que trabajamos en el ámbito de la sanidad. Hay que poner todos los medios para evitarlo, y para eso están los protocolos y las guías médicas de actuación, pero siempre puede haber un mínimo fallo humano, sobre todo teniendo en cuenta que estamos hablamos de profesionales sanitarios que no están acostumbrando a tratar este tipo de casos. Un gesto tan simple como el no haber lavado suficientemente los guantes y, a continuación, frotarse el ojo, podría haber provocado el contagio.

-¿Considera acertada la decisión del Gobierno de repatriar a los dos religiosos españoles infectados por el virus, que finalmente fallecieron, y con los que estuvo en contacto la enferma gallega?

-Sin querer entrar en ningún tipo de polémica, creo que es lo mínimo que puede hacer un país por su gente, y más teniendo en cuenta que estos dos hombres estaban en África ayudando a otras personas cuando cayeron enfermos. A Miguel Pajares no llegué a conocerlo, pero al padre Manuel García Viejo sí, de hecho, participé en su repatriación a España. Cuando certifiqué que estaba en condiciones de viajar, lo hice siendo consciente de que su estado era muy delicado, pero considero que tenía derecho a morirse en su país, con los medios sanitarios adecuados y con un tratamiento de soporte. Para mí, la mayor controversia es la que te plantean los propios compañeros de allí, cuando te dicen: 'Tú sabes que si te infectas te van a fletar un avión y te van a tratar en tu país. Yo me voy a quedar aquí'. Entonces, no tienes más remedio que callarte...

-Después de este primer contagio confirmado, y teniendo en cuenta que se están investigando varios casos sospechosos, ¿qué riesgo hay de que el virus del ébola se propague en España?

-Siguiendo estrictamente los controles, haciendo un rastreo de los contactos de la paciente infectada y con la cuarentena y el aislamiento de estas personas, no veo que tenga que haber mayores problemas. Entiendo la preocupación que ha generado toda esta situación, pero hay que ver las cosas en el contexto en el que se producen, y esto no es África. Allí, no hay donde aislar a los contactos de las personas infectadas, ni camas suficientes?

-Acaba de llegar pero el lunes regresa, ya, a Sierra Leona, ¿qué se va a encontrar allí?

-En la unidad de aislamiento del hospital en el que trabajo, en el último mes y medio estamos contabilizando entre diez y doce ingresos diarios, de los cuales ocho o nueve suelen dar positivo, y registramos una media de cuatro muertes cada día. Y las cifras que van en aumento, porque estamos al Oeste del país, hacia donde se ha ido desplazando el brote en las últimas semanas. Aunque confiamos en que pronto empiecen a bajar...

-¿La reacción de la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha llegado a tiempo?

-El dinero ha llegado. El problema es la falta de recursos humanos. No hay médicos, ni enfermeras, ni hospitales. Los sanitarios no quieren tratar a estos enfermos porque ellos mismos tienen miedo de infectarse, y por mucho dinero que nos manden, no se puede montar un hospital en dos días, más aún sin profesionales sanitarios... El problema, insisto, no es tanto el ébola como las circunstancias...

-Y el desconocimiento sobre la enfermedad...

-Sí, el ébola no se contagia por estrechar la mano, dar un par de besos en la mejilla o compartir un asiento del metro o el autobús con una persona infectada. El virus que causa la enfermedad se transmite a través de los fluidos corporales -fundamentalmente la sangre y, en estados avanzados de la enfermedad, a través de otras secreciones, como la orina o las heces-, cuando entran en contacto directo con las mucosas (heridas, orificios corporales, etc.). El problema en África es que en las casas no hay WC, ni letrinas. Los enfermos hacen sus necesidades encima de camas que luego limpian con las manos sus mujeres, o en las que duermen sus hijos? En España, el riesgo de contagio se centra, sobre todo, en el personal sanitario y en los familiares que han cuidado del enfermo en los primeros momentos. Pero es muy complicado.