En los últimos tiempos la conmemoración y la fiesta reivindicativa del 1º de Mayo viene a ser una muestra pública anual de debilidad sindical. Al menos en nuestro país. Y no solo es un dato cuantitativo aportado por magras manifestaciones, sino también cualitativo por revelar la escasa influencia social y la débil repercusión pública que la agenda sindical tiene entre la ciudadanía. Es como si esa revisión médica anual que te haces te revelara, año tras año, que estás bajo de defensas. Los escasos y esforzados militantes sindicales y afiliados que concurren a las movilizaciones de este día añoran, nostálgicos, aquellos tiempos en que eran los sindicatos los ejes fundamentales de cualquier movilización social y la sociedad entera se conmovía con sus demandas y reivindicaciones, tan pegadas a las aspiraciones colectivas. En la práctica no había posibilidad de movilización social sin los sindicatos. Hoy el grueso de la presión social no descansa en ellos. Hoy son múltiples plataformas, mareas y colectivos los que promueven y protagonizan la presión y movilización social. Los sindicatos, cuando están, no tienen otro remedio que seguirlas.

Lo primero que hay que reconocer es que la situación demuestra que las políticas de "doma y castración" de los sindicatos promovidas desde el poder o, si se quiere, desde la "casta" o la "trama", ha sido efectiva, pero también es preciso reconocer que las organizaciones sindicales no han sabido o no han podido adaptarse a los profundos cambios que se han producido en la sociedad y en las clases trabajadoras durante los últimos treinta o cuarenta años y los aparatos sindicales han envejecido, se han burocratizado en exceso y se han separado demasiado de sus bases, de las que debieran nutrirse constantemente. Todo esto debieran mirárselo muy seriamente. En todo caso, es muy probable que nunca haya sido tan necesario como hoy que los trabajadores asalariados de todos los niveles, precarios o no, e incluso los autónomos, verdaderos o falsos, sindiquen de verdad sus legítimos intereses, porque solo la respuesta colectiva a sus problemas puede serles útil. Lo que conviene, y mucho, que recordemos este 1º de Mayo. Por nuestro propio bien.