Sostiene Raphael que en ningún hogar español falta un disco suyo. Más allá de la antigüedad del formato elegido, implica en realidad que ninguna casa accede a la calidad hogareña, y mucho menos al rango de españolidad, si no retumba el Digan lo que digan. Desde la excepción discográfica, y tal vez española, admiro en el niño de Linares la gira continua, que lo hermana a Bruce Springsteen y Bob Dylan. No es la fama, es el escenario. Del Auditòrium de Mallorca, por ejemplo, donde rompía airado el espejo que le devolvía su imagen actual.