En 2009, cuando la crisis todavía era una simple "desaceleración transitoria de la economía", el Ministerio de Fomento y el entonces alcalde Javier Losada anunciaban por todo lo alto la transformación de la actual estación de tren de San Cristóbal en una gran intermodal llamada a ser el punto de confluencia de todos los medios de transporte de la ciudad: tren de alta velocidad y cercanías, autobuses urbanos e interurbanos, taxis y el futuro metro ligero, al tiempo que se habilitaría superficie para comercios y hoteles.

La obra, que fue adjudicada al arquitecto gallego César Portela y a la empresa de ingeniería Idom, contaba con un presupuesto a la altura de los tiempos: 180 millones de euros y la previsión del Ejecutivo de licitar la construcción del complejo en verano de 2012. Tras la llegada del Partido Popular a la Moncloa a finales de 2011, el nuevo Ejecutivo obligó a guardar en los cajones este primer diseño y a rehacerlo para rebajar sustancialmente los costes. "En la redefinición de la intermodal hay que ajustar todo el gasto superficial", señalaba Portela en una entrevista con este diario en 2013.

En la actualidad, los encargados de repensar la intermodal apenas se centran en una reforma de la estación de ferrocarril, cuya nueva redacción el Gobierno central preveía finalizar en el último trimestre de 2014. Esta primera fase del proyecto excluye la estación de autobuses y la zona comercial y de viviendas y desde Fomento y Adif nunca han querido aportar ninguna fecha para el inicio de los trabajos.

Con un plan de financiación basado en su día, en gran medida, en la venta de suelo para construcción de vivienda -los 37.000 metros cuadrados de la parcela de A Cubela que ocupa la estación de autobuses y otras parcelas próximas a San Cristóbal-, la intermodal avanza ahora a paso lento en un proceso que, por el momento, tiene trazos de convertirse en una simple reforma de la estación de ferrocarril.