La estructura de los grandes hospitales en general, y del nuestro en particular, está sujeta a mecanismos, trazados y flujos de comunicación complejos, similares a los de las ciudades. Poseen también todos los elementos y funciones específicas de éstas: calles, plazas, viviendas (hospitalización), centros administrativos, centros neurálgicos (urgencias, quirófanos), áreas industriales (cocina, lavandería, esterilización), área de servicios (almacén de suministros, cafetería...) e incluso cementerio (morgue).

De hecho, a los grandes "residencias hospitalarias" se les ha llamado durante muchos años "ciudad sanitaria". Y es que estas "hospitápolis" soportan una población y una actividad mucho más elevada que la mayoría de los pueblos y villas.

Estos ingentes edificios que "operan" en nuestras ciudades son a la vez auténticos organismos vivos. Como todo organismo vivo, nacen (casi todos a mediados del siglo pasado), crecen, se reproducen, a veces con apéndices, y mueren. Muchos no han fallecido pero se hayan inmersos en un avanzado estado de senectud. Y como todo organismo vivo, están en continuo proceso de transformación y cambio, de muda y metamorfosis.

Las transformaciones no siempre se deben a su deterioro físico, sino a la obsolescencia: técnica de sus equipos y funcional de sus espacios. Obedecen también a la evolución en el modo de prestación de asistencia sanitaria, tratamiento o atención, que alteran la fisonomía del hospital desarrollando más las áreas de apoyo diagnóstico y reduciendo las unidades de hospitalización.

Las estructuras hospitalarias se han hecho cada vez más complejas. Nuevas técnicas exigen su propio espacio, que en edificios antiguos se adaptan con mejor o peor acomodo.

Es, en definitiva, la necesidad de alojar la nueva medicina y las nuevas tecnologías lo que ha cambiado el modelo de hospital. Del concepto de "hospital submarino", autosuficiente, autónomo y ensimismado, hemos pasado al modelo de "hospital portaviones", auténticas naves nodrizas desde las que parten unidades operativas simbióticas que, interna o externamente, resuelven todos los problemas que puedan presentarse.

La relación de estas "hospitápolis" con la ciudad y su área metropolitanas también ha cambiado. Si en su origen ocupaban la periferia suburbana, en la actualidad han sido engullidas por el crecimiento de las ciudades, pasando a formar parte de éstas como generadoras de vías de comunicación, servicios y barrios que gravitan en torno a ellos.

Sin embargo, en el caso de nuestra "ciudad sanitaria", la regeneración interna nunca se ha visto reflejada en la adecuación de su entorno. El complejo hospitalario precisa respirar, mejorar significativamente sus vías de acceso, sus servicios y sus áreas de esparcimiento. Si queremos que este portaviones no funcione como un submarino, será necesario apostar por la movilidad en torno a un complejo que genera tráficos densos y urgentes, y que precisa que el tejido que lo envuelve no lo ahogue. Es preciso considerar la vinculación del Hospital con la ciudad como una parte sustancial de ésta, ligada a sus infraestructuras, a sus comunicaciones, y así prever la expansión del Complejo, considerando la estructura orgánica del Hospital actual, su emplazamiento y su configuración en relación a la situación urbanística existente.

Teniendo en cuenta estas afirmaciones y tomando como eje central el Hospital Universitario A Coruña, el nuevo Plan General de Ordenación Urbana definió la llamada Avenida de la Salud. Joan Busquets, autor del plan, se dio cuenta de que la avenida de As Xubias cosía en su recorrido los principales equipamientos sanitarios y sociosanitarios de la ciudad y se marcó como objetivo completar estos equipamientos, favorecer el acceso a los mismos y resolver la comunicación entre ellos.

Confiemos que con el desarrollo del plan no se pierda la oportunidad de crear esta auténtica Avenida de la Salud, realizando la suficiente reserva de suelo para desarrollar y ejecutar proyectos adaptados a las necesidades que surjan en torno al complejo hospitalario en cada momento.

El objetivo a alcanzar es un Hospital abierto, flexible, con una conexión estrecha y bidireccional con el ámbito extrahospitalario, eficiente y sostenible a largo plazo, que permita la introducción de nuevos modelos de organización y de gestión (unidades clínicas, atención por procesos), que actúe como generador de capital productivo y valor añadido, en cuanto al desarrollo económico local y regional.

Por otro lado, hay que considerar que la importancia de las actividades relacionadas con la salud en nuestra ciudad, nos permiten hablar de un cluster sanitario que genera empleo, actividad económica y cohesión social, hasta el punto de generar la marca A Coruña. Ciudad de la Salud. A Coruña es objetivo de las empresas privadas del sector y referente como ciudad de congresos en el ámbito sanitario. Todo ello gracias a profesionales y servicios punteros en diversas especialidades y al apoyo de los colegios profesionales en la defensa de la excelencia y la calidad sanitaria.

Contamos con los elementos que pueden hacer posible que la Ciudad de la Salud sea uno de los principales motores que impulsen la ciudad, no en vano A Coruña se ha situado como una de las ciudades españolas en las que la presencia de servicios sanitarios de calidad es más importante y una gran parte de nuestra actividad económica gira en torno a este sector.

Xunta y Gobierno municipal deberán liderar y coordinar el esfuerzo conjunto de instituciones públicas y empresas privadas para convertir la marca A Coruña. Ciudad de la Salud en una de las fortalezas de nuestra ciudad.