Como marcaba el guión, el XV Congreso del Partido Popular de A Coruña eligió ayer como su nuevo presidente provincial, con el 92,1% de los votos, a Diego Calvo, que asume el cargo que ocupó el exalcalde de A Coruña Carlos Negreira durante los últimos ocho años, y nombra como su número dos a la portavoz municipal en la ciudad, Rosa Gallego, que entró en el Ayuntamiento de la mano de Negreira. El resultado era el esperado después de que el otro candidato que había anunciado su participación en las primarias, Javier Escribano, se retirase el 29 de febrero.

Arropado por los más de 1.000 compromisarios que llenaron el auditorio principal de Palexco, Calvo vivió su investidura como hombre fuerte del PP gallego en la provincia como el prólogo de la batalla por la Xunta que se desatará en los próximos meses. "Presidente [por Feijóo], queremos que veas este acto como el primero de la campaña de las autonómicas. Como ves, A Coruña está preparada", aseguro, flanqueado por los aplausos de Rosa Gallego, nueva secretaria general del partido en la provincia.

Los conservadores tienen por delante el reto de salvar los muebles en una provincia clave en la que en las últimas elecciones generales perdieron un 30% de los votos cosechados en 2011. Por ello, Calvo disparó con dureza durante su discurso contra los que se han convertido, por la vía de los hechos, en el principal rival electoral del PP: las mareas. "Me rebelo contra la nueva política, esa que promete lo incumplible, que solo sabe romper con todo y que quiere vivir de rentas, sin hacer nada", remarcó, tras proclamar al PP como el verdadero partido de la "gente del común", el término con el que gustan referirse a sí mismos en Marea Atlántica.

El presidente provincial también cargó contra el relato sobre el que las candidaturas de confluencia han basado su ascenso en el último año. "No existe la vieja y la nueva política. Esa es una artimaña propagandística. La política o es buena o es mala", enfatizó. Contra ello, contrapuso lo que a su entender representa el nuevo PP coruñés: una mezcla de "renovación" y "experiencia" que "confluye con la gente".

El último turno de palabra fue para Feijóo. Hermético sobre su futuro, como en los últimos meses, pidió a los suyos que se preparasen, no solo para ganar en los próximos comicios autonómicos -todavía sin fecha-, sino para hacerlo "de goleada". El líder del PP gallego tiró del fútbol para explicar a los suyos una regla básica de la democracia representativa: no gana el más votado, sino el que logra forjar las mayorías. "Si gobernar fuese como el fútbol, donde quien gana se lleva tres puntos, ganaríamos siempre. Pero no es así, y por eso tenemos que golear, porque se nos pide gobernar", afirmó antes del aplauso del auditorio.

Feijóo solo disparó sus dardos contra las mareas y el PSOE. Ni Ciudadanos, quienes podrían mantener en la Xunta a los conservadores si entran en O Hórreo, ni BNG, que quedaría fuera del Parlamento en caso de reeditar el fracaso de las generales, fueron objeto de crítica. El líder del PP gallego pidió a los suyos "trabajo" para evitar que Galicia caiga en el "disparate chavista" ahora que, ocho años después del bipartito, se salió, dice, de la "irresponsabilidad socialista".

El presidente del PP gallego puso a los conservadores como ejemplo de "renovación". Después de los congresos de Lugo y Ourense, A Coruña y Pontevedra cierran este fin de semana el ciclo de renovación provincial, un cambio con el que buscan rearmarse ante las autonómicas. "Hay otros que dicen que no pueden hacer congreso porque depende de la gobernabilidad de España", ironizó en alusión al PSdeG.