"Mucha tranquilidad". Es templanza en momentos tensos lo que se exige para afrontar su trabajo un agente antidisturbios de la Unidad de Intervención Policial (UIP) consultado por este periódico que prefiere proteger su identidad. Lo que recomienda a sus compañeros para no dejarse superar por la tensión que provocan episodios conflictivos que los policías nacionales deben evitar y combatir, muchas veces rodeados de una multitud.

"La experiencia en un grado altísimo en nuestro trabajo", resalta este profesional que ha formado parte de dispositivos de prevención y seguridad en numerosas manifestaciones, actos masivos y competiciones deportivas, además de en operativos en instalaciones cuando ha subido el nivel de alerta antiterrorista. Dieciocho de sus veinte años en el cuerpo los ha cubierto como agente antidisturbios.

Un policía de la UIP -explica- vela por que las aglomeraciones no dificulten la entradas o salida en recintos y para que no haya enfrentamientos entre aficiones deportivas, escenarios estos en los que el uso de la fuerza es el extremo al que se llega cuando "los agentes tienen que cumplir órdenes".

A este policía le reconforta que cada operativo concluya sin incidencias, "encontrar a un niño perdido o recuperar a una persona que se desmaya". En cambio sufre cuando un compañero es agredido o cuando asiste a protestas lícitas: "Es ingrato tener que controlar a manifestantes que sabes que se quejan con razón, gente mayor que a la que los bancos han engañado".