Un Ravel como el escuchado vale un concierto. La obra es maravillosa y Dima realizó un planteamiento perfecto desde el punto de vista dinámico, obteniendo unas gradaciones del volumen de gran sutileza; la orquesta respondió de manera sobresaliente incluyendo los metales (magníficas las dos trompas; extraordinario, el trompetista, John Aigi, en unos pianísimos asombrosos). También vale un concierto la excepcional actuación del violinista Ilya Gringolts en la obra concertante, de Stravinky; su instrumento (Giuseppe Guarneri del Gesù, 1742) posee una calidad sonora maravillosa que compensa sobradamente un volumen más bien reducido. Orquesta y batuta completaron una impecable lectura. El precioso bis -un fragmento de Apolo Musageta, del mismo compositor ruso- incrementó el enorme entusiasmo que había manifestado el público. En general, la versión de las Variaciones Haydn, fue muy buena; tan sólo cabe lamentar que en el fraseo no siempre se escuchasen con nitidez la totalidad de las notas. De otro modo, la versión de la preciosa partitura de Brahms, hubiera valido también un concierto. Se completó el programa con una obra, con título en inglés, de Eduardo Lorenzo, compositor madrileño a quien se otorgó el XI Premio de Composición Andrés Gaos, del año 2015. El autor, presente en la sala, subió al palco escénico para recibir los aplausos de un público educado y cortés en toda circunstancia.