A Coruña tiene ejemplificantes modelos de solidaridad y tristes episodios de intolerancia en la inserción de vecinos sin recursos, como los chabolistas de diferentes asentamientos, cuya pervivencia debe causarnos vergüenza. La tumultuosa asamblea vecinal en Eirís repite el patrón vivido en Novo Mesoiro con aquel bulo del realojamiento masivo de chabolistas de Penamoa. Un rumor, falso, se tomó como certeza alimentado por el miedo. Lo mismo sucede ahora en Eirís con el proyecto del Hogar de Sor Eusebia para dar un techo donde dormir a personas sin hogar. Falta información y sobran rechazos viscerales. A Eirís fueron los responsables de la entidad benéfica a explicar su proyecto invitados por la asociación vecinal, pero no se les permitió informar. Muchos de los argumentos gritados en la asamblea en contra de Mi Casita nacen del desconocimiento: no crea un gueto, los beneficiarios no son chabolistas y no se les dan viviendas con vistas al mar, sino módulos donde guarecerse por las noches. Sor Eusebia debe perseverar en dar información, con ayuda del Ayuntamiento y de la Xunta, que apoyan el proyecto. Y el barrio debe dejar que se explique para conocer bien un proyecto solidario elogiado desde su gestación y que solo ha recibido críticas cuando se ha conocido su ubicación.