Dos asambleas en Eirís han constatado una oposición vecinal mayoritaria a que el proyecto Mi Casita se instale en el parque. Los argumentos han sido múltiples -que cada uno juzgue si fundados o no- y bajo la mayoría subyace el miedo a un proyecto que, cuando se quiso explicar, ya era tarde. El Ayuntamiento evaluó las posibilidades de suelo disponibles, se las ofreció al Hogar de Sor Eusebia y la entidad eligió Eirís. El Gobierno local aseguró a finales de marzo que acometería una labor de concienciación vecinal antes de desvelar la ubicación. Ese trabajo previo no llegó a darse. Quizás haya sido parte del problema. Pero los ánimos demostrados en las asambleas dejan intuir que ni con comunicación previa Eirís aceptaría Mi Casita. La información posterior, desde luego, no sirvió de nada. Semejante rechazo vecinal se materializa en un ambiente crispado, justo lo contrario que requiere un proyecto de integración social como el del Hogar de Sor Eusebia. El debate ya no solo es si Eirís quiere a Mi Casita, sino si Mi Casita debe instalarse en un entorno tan hostil.