De las 433 solicitudes de licencia presentadas por los hosteleros desde finales de 2015 para regularizar sus terrazas el Concello solo había otorgado 14 en abril de este año. Dos meses después las concesiones subieron solo a 25. Hoy, a falta de datos municipales concretos, el proceso, según profesionales del sector del centro urbano, parece avanzar con más agilidad. El impulso se debe a la implantación del plan municipal de terrazas para facilitar el acceso de vehículos de emergencias a calles peatonales y a la instalación de chinchetas delimitadoras del espacio que deben ocupar las terrazas en la vía pública. Esta misma semana propietarios de locales de estas calles céntricas recibieron los permisos con los que ordenan una situación irregular en la que se encuentran la mayoría de establecimientos de hostelería desde que entró en vigor la ordenanza de terrazas en 2013.

El Ayuntamiento entregó su licencia el miércoles a Manuel Ángel Carro, dueño de A Troula (más conocido como El Cocodrilo), en la calle Barrera; el jueves, a Jesús López, de O Tarabelo, justo enfrente. Son dos de los locales más veteranos de la zona. Los dos pagaban cada año las tasas por la ocupación de la vía sin que sus respectivos permisos hubieran sido renovados por el área municipal de Mobilidade porque sus terrazas no se ajustaban a los requisitos reguladores.

"¿Qué pasaría si se cae una parte de la terraza, o del edificio, y le hace daño a un cliente o a otra persona que está en un espacio que no le corresponde porque la terraza no tiene licencia en regla? Yo ahora estoy muy contento, me siento seguro, es como si el local hubiera pasado la ITV", confiesa Carro, que ha pagado más de 200 euros por los trámites de regularización, entre ellos tres planos técnicos diseñados por un arquitecto. "Estoy a favor de que haya orden en la calle, porque antes cada uno disponía sus mesas en la calle como quería", añade.

La licencia de terraza de El Cocodrilo, como la de O Tarabelo, indica las medidas correctas que tienen las mesas y sillas, las características correctas del mobiliario y el toldo (no pueden ser de metal ni lucir publicidad que no sea del propio local), la no incorporación de anclajes en la estructura y el respeto a los requisitos técnicos, al horario de apertura y cierre y a los requerimientos municipales de limpieza.

"Yo no quiero problemas ni con los vecinos ni con los demás hosteleros. Mis muebles ya eran como los que señala la ordenanza, ahora el espacio está bien señalizado en la calle y he cumplido con los detalles técnicos que se piden", asegura López, que ocupa menos superficie en el exterior de O Tarabelo y pagó menos por la tramitación. "Aunque en noviembre, en cuatro meses, que es cuando se tienen que renovar las licencias, ya estaremos pagando de nuevo", apunta.

Los hosteleros de la Barrera conviven estos días con unidades motorizadas de bomberos que circulan por su calle y otras del centro para comprobar que tienen espacio suficiente para moverse sin obstáculos. También policías locales revisan mesas y toldos para comentar sus características con los dueños. El Ayuntamiento retrasará la imposición de sanciones por incumplimientos.