- ¿Qué le parece que la UIMP haya decidido organizar un curso sobre su tío?

-Me parece muy bien, pero no es la primera vez, porque ya participé en otro organizado también en colaboración con el Instituto José Cornide para recordar la obra de Madariaga y su acción europea. Para quienes somos sus familiares siempre es agradable que se siga recordando su nombre, aunque para los jóvenes de hoy día es una figura olvidada y es normal, porque el tiempo pasa y la gente se va olvidando de personas que fueron importantes es nuestra historia.

- Usted hablará sobre la visión familiar de la figura de Madariaga. ¿Qué imagen tenían de él sus allegados?

-Yo soy historiadora especializada en el colonialismo español en Marruecos y propuse abordar el papel de Madariaga en lo que se llamó el contubernio de Múnich en 1962, ya que fue importante según pude comprobar en los papeles de su archivo que aún no se habían trasladado a A Coruña, ya que aún los tenía mi prima Isabel. Pero me pidieron que diera una visión personal de él, de quien recuerdo que era una persona muy tierna y que le gustaba bastante escribir, porque siempre contestaba a las cartas que le escribía. Cuando viví en Oxford y en Londres fui muchas veces a verle mientras vivió allí, aunque cuando se traslado a Locarno, en Suiza, solo fui para acudir a la ceremonia de incineración de sus restos en 1978.

- ¿Impresionaba relacionarse con él siendo una persona tan prestigiosa y conocida?

-Para los que vivíamos en España en aquella época llevar el apellido Madariaga podía ser un honor porque era un hombre de prestigio, pero en cambio había otras personas que lo denigraban mucho por su oposición al franquismo, de forma que llevar este apellido hacía que escucháramos algunas veces comentarios desagradables.

- ¿Recuerda haberle oído hablar de su ciudad natal?

-Sí, pasó en A Coruña su infancia y estaba muy apegada a ella, a pesar de que su madre había nacido en La Habana hija de padres españoles y su padre vivió en esta ciudad porque fue uno de sus destinos como militar. Los hijos mayores nacieron aquí, pero mi padre, que fue de los hermanos más jóvenes, ya nació en Madrid. Pero él conservaba un recuerdo muy agradable de los años que había estado en el colegio en A Coruña y, además, tenía un gran cariño por Galicia, de la que estaba muy orgulloso.

- ¿Cree que sigue estando vigente la figura de Madariaga?

-Creo que sí. Para la gente que tiene cierto nivel de estudios y de conocimiento de la historia de España es evidente que sí, pero la gente más joven no es solo que tenga ignorancia sobre mi tío, sino también sobre otros nombres tan conocidos o más que el suyo, ya que a lo mejor les preocupa más otras cosas que tener un buen conocimiento de la historia de España. Es un poco triste, pero creo que todos lo constatamos a diario. Entre los estudiosos sí es conocido, pero piensan que sus ideas están superadas porque era un liberal de corte antiguo, aunque hay una serie de sus valores que siguen vigentes.

- ¿Qué papel podría haber jugado hoy en día un europeísta como Madariaga ante las incertidumbres existentes en la Unión Europea?

-Él era un federalista convencido en cuanto a Europa, por lo que creo que desearía que caminara hacia una unión dentro de un marco federal. A él, que vivió muchos años en el Reino Unido y que estaba muy unido al país, ya que su mujer era escocesa, le habría disgustado mucho el Brexit, ya que pensaba que tendría que ser al contrario, que Europa tendría que unirse cada vez más, aunque cada país conservara cierta independencia respecto a los otros, pero estamos lejos de llegar a ello. Proponía que hubiera una política exterior común, cosa que no se ha conseguido todavía, y que hubiera mayor unidad en otros aspectos.

- También fue un gran conocedor de Estados Unidos. ¿Qué le habría parecido la política aislacionista que lleva a cabo Donald Trump?

-No creo que estuviera en absoluto de acuerdo con ella, porque era muy partidario de la buena amistad de Europa con Estados Unidos y un personaje como Trump está dificultando que pueda haber un buen entendimiento. Se presenta más bien como una especie de rival o de enemigo de la Unión Europea en vez de presentarse como un amigo, lo que le habría disgustado.