Nací en Lugo, aunque desde muy pequeño viví en San Pedro de Visma, en la zona conocida como Cal das Moreiras, donde también vivían mis tíos Constantino y Anita en uno los ranchitos que existían en el lugar, al que también se trasladaron mis padres, Higinio y Rosalía, así como mis hermanos Ana, Irene, Manolo y Rosi.

Mi padre trabajó en la construcción y mi madre a cuidar a sus cinco hijos, así como a trabajar las pocas tierras que teníamos para subsistir. Mi primer colegio fue el de don Bernardino, en San Roque, en el que estuve hasta los once años, del que pasé a los profesores Salvador y Joaquín, aunque a los trece años dejé los estudios para ponerme a trabajar y ayudar en casa, así como para tener algo de dinero con el que salir los fines de semana con mi pandilla de amigos, que vivían en San Pedro de Visma y Os Mariñeiros.

Entre ellos estaban Jarabuso, Borbolla, Quique Correa, José Luis, Juan el sujeto, Pofas, Quique o paroleiro, Antonio Xestal, José Manuel Parada, Eduardo Seoane, Moncho y José Luis del Río. Este último era el que más dinero tenía en la pandilla, por lo que siempre invitaba y traía un balón para jugar los partidos que hacíamos frente al bar El Recreo y en el atrio de la iglesia, ya que toda aquella zona hasta O Portiño eran campos con unas pocas casas, por lo que podíamos jugar tranquilamente por allí, así como por San Roque, Os Mariñeiros, la Escuela de Náutica y el instituto Masculino.

También hacíamos pequeños safaris a otros barrios, como Vioño, A Falperra, A Gaiteira y la calle San Luis, sobre todo cuando había fiestas, que en aquella época eran muy famosas. Los cines a los que íbamos eran el Finisterre, Doré, España, Gaiteira y Monelos, ya que eran los más baratos, aunque al empezar a trabajar pude ir pocas veces. Nuestras playas preferidas eran Riazor y O Portiño, en la segunda de las cuales cogíamos en Semana Santa grandes cantidades de erizos con las que nos dábamos unos buenos atracones, aunque también los repartíamos entre los vecinos.

Empecé a trabajar en una zapatería de San Andrés en la que estuve tres años, tras lo que pasé a la empresa Rendueles en la plaza de Galicia y años después en la factoría de Emesa en A Grela hasta que cerró. Durante esos años fui además entrenador del equipo de fútbol, que fue uno de los mejores en la liga de empresas, ya que muchos de los jugadores, como Vaquero, Oregui, Suso, Pucho, Castro, Gorrión, Manolete y Salinas jugaban también en los mejores equipos de juveniles y modestos de la ciudad.

Mi trabajo hizo que yo empezara a jugar a los dieciocho años en el Sin Querer, donde estuve dos años, tras lo que pasé al Victoria y luego al Meicende gracias a mi amigo Enrique Núñez. Al cabo de tres temporadas pasé al Campanal, de Loureda y de ese club marché con otros jugadores como Rocheiras, Lito, Gorrión, Gestal, Gelito y Tito, al Sueiro, que estaba de capa caída y que con nuestra llegada pudo ascender a segunda autonómica. Poco después me llamaron para fichar por el Montrove, en el que terminé mi carrera de jugador, aunque comencé la de entrenador de equipos como el Batallador y el Orzán.

En ese último estuve ocho años y fuimos subcampeones gallegos de juveniles, por lo que me ofrecieron entrenar a los modestos, con los que estuve otros ocho años, tras los que pasé por los equipos de Sada, Miño, Arteixo, Ciudad Jardín, Arzúa, Eirís, Paiosaco, A Laracha, Cerceda, Baio, Sporting Coruñés, Español, Deportivo Ciudad, Sin Querer, Ponteceso y Torre, por lo que soy uno de los entrenadores más veteranos de los clubes modestos, ya que sigo entrenando al Orzán.

Me casé con Amalia Sánchez, que en aquellos años era vecina de Labañou, con quien tengo una hija llamada María que ya nos dio un nieto, Yago.