Poco más de un mes desde que se cerrara al tráfico y al aparcamiento la Ciudad Vieja, los lugares reservados para el estacionamiento y la propia realidad dentro de las murallas están aún en período de estabilización. La asociación de vecinos denunciaba hace pocos días que las plazas en A Maestranza estaban siendo ocupados por no residentes y reclamaba mayor control policial y multas. No hablaban entonces de la situación en el Oceanográfico, que, según varios habitantes del casco histórico consultados ayer, sí que cumple su función de dar espacio reservado, aunque con alguna queja. Los dos espacios presentan realidades muy distintas.

Dando un paseo por las calles Maestranza o Campo da Estrada se observa la dificultad para aparcar. Sobre las seis de la tarde, no hay un solo hueco libre, de los marcados con líneas amarillas, es decir, exclusivo para residentes, y algunos vehículos dan vueltas a la manzana una y otra vez. De las alrededor de 25 plazas que tiene el último de los viales citados, solo cuatro no tienen identificación como vecinos y uno de ellos está multado desde las once de la mañana. Otros tantos tienen colocado en el salpicadero el documento del registro municipal de la petición de la tarjeta.

El panorama cambia en el Oceanográfico, donde hay decenas de plazas libres. Los vecinos reconocen que es sencillo encontrar estacionamiento en este espacio. "Solo un día no conseguí aparcar y tuve que esperar un rato", explica Juan Seivane, que también apunta que lleva la cuenta de los coches que no son residentes y que son bastantes, sobre todo en los días de grandes eventos de las fiestas. La solución, para el vecino, es el acceso restringido porque ve imposible que la Policía Local pueda estar permanentemente vigilando. "Necesitamos un sistema que solo permita el paso a residentes, con un valla mecánica", reclama. Y es que tanto él como su acompañante, Rosa María Blanco, temen que la vuelta al cole y la mayor actividad del hospital compliquen las cosas.

Durante la entrevista, una mujer se acerca a los dos residentes en la Ciudad Vieja y pregunta: "¿Aquí se puede aparcar?". Loli González es coruñesa pero no accede a este aparcamiento desde invierno y las líneas amarillas y tantos huecos le hacen dudar. Finalmente, emprende la búsqueda de aparcamiento en otro lugar, aún sorprendida por el cambio en pocos meses.

"Aquí sitio hay", subraya José, que apunta que, para él, que vive cerca del Jardín de San Carlos, es un lugar cómodo. Según él, el problema se encuentra dentro de las murallas, donde, denuncia, siguen circulando coches y aparcando: "Habría que controlarlo más".

Para María del Carmen Rodríguez el Oceanográfico no es tan óptimo porque vive en la calle Alfonso IX, pero en la zona de A Maestranza, ratifica, "no hay sitio nunca". Aunque intentará pedir una plaza reservada para discapacitados delante de su casa, porque ella y su marido están enfermos, lo que peor le parece de la peatonalización es que, dice, la Ciudad Vieja "está muerta" y también apunta, descuidada en calles y edificios.

Entre el poco movimiento de la zona en la tarde de ayer, destaca un monovolumen que aparca en zona reservada y del que se disponen a salir un hombre y su hijo pequeño. "Ah, ¿que no se puede aparcar aquí?", pregunta extrañado. Sin huecos libres en La Solana, adonde se dirige a pasar la tarde, decidió acercarse al Oceanográfico como ya hizo, confiesa, hace pocos días: "Estuve el otro día y no me multaron". Pedro Sánchez, entre risueño y sorprendido, reconoce su desconocimiento: "Aunque soy de aquí no sabía que no se podía aparcar".