La nieta de una cigarrera rompe a llorar al recordar lo "orgullosa" que se sentía de que su abuela trabajase en la Fábrica de Tabacos, edificio que funciona ahora como sede judicial. "Lo veía como un palacio pero su aspecto era sencillo y sobrio", recuerda. Por dentro, el mobiliario era de "madera" y estaba decorado con "azulejos blancos y azules". "Recuerdo la sirena que anunciaba los cambios de turno de las trabajadoras, que eran muy respetadas", declara.