"Me empezó a explicar que estaba cansado, que la madre del niño no lo tenía en cuenta como padre". Así explicó ayer la dueña de un bar de la ronda de Outeiro la conversación que el acusado inició con ella la misma mañana de la muerte del menor. Con un "tono despectivo", dijo, le habló de su expareja, sin que ella, apostilló, le preguntara. También se quejó en aquel momento de que el pequeño pasaba mucho tiempo con la tableta y, pese a que la mujer, madre de un niño de edad similar, le explicó que era "lo habitual", él le respondió que, ante tal situación, le daba igual estar con su hijo: "Como si no está".

Frente al carácter reservado que mostraba a diario cuando acudía a desayunar, a la propietaria del local le sorprendió esta conversación, a la que siguió otra visita, esta vez sin palabras de por medio, con el niño, a mediodía de esa misma jornada. Ya por la tarde, sobre las cuatro y media, volvió el acusado, solo, y en un estado que también extrañó a la mujer. "Estaba como fatigado, sudoroso, como con aspecto sucio y olía a sudor", describió ayer ante el jurado popular. La testigo negó que el acusado pidiera alcohol en su bar o que conociera supuestos problemas mentales. Lo calificó como "frío e insípido".