"Sabía lo que hacía y tenía capacidad para elegir lo que hacía. Distingue el bien del mal". Así de contundentes y firmes se mostraron los psiquiatras que examinaron al acusado de matar a su hijo de 11 años en Oza-Cesuras el Día de la Madre de 2017 y que declararon ayer en el juicio. La entrevista se realizó en octubre de ese año y ambos especialistas del Hospital de A Coruña se basaron para emitir su informe, de enero de este año, en todo su historial clínico y en los diagnósticos que realizaron tanto la médica de la ambulancia del 061, que lo atendió el día del arresto, como el de los psiquiatras del Imelga, que lo entrevistaron pocos días después. Los dos coinciden en afirmar que el hombre padece un trastorno mixto de la personalidad pero niegan que este "afecte a su voluntad".

La posibilidad que apunta la defensa del acusado, de que sufriera un brote psicótico, también es descartada por ambos profesionales porque no apreciaron ni delirios ni alucinaciones ni en los informes de la semana de los hechos. "Si hubiera un brote, el paciente tendría la conducta alterada, verbalizaría algo [del delirio o la alucinación], habría que medicarlo y derivarlo a un hospital", expusieron. Para hacerlo más fácil para la comprensión del jurado popular, el médico comparó el relato que suele tener una persona que tiene este tipo de brote con un "guion de una película" y añadió que se trata de un concepto "persistente". "Si hubiera una idea delirante lo hubiéramos detectado nosotros", insistió la doctora.

Con respecto a la amnesia que dice sufrir el hombre, comentaron que no le permitiría realizar "un conjunto de actos muy complejos" como los que, según el sumario del caso, hizo: conducir, ir a un bar o reservar una habitación en un hostal. "Son actos que no se hacen de manera automática, son conscientes. No conocemos ninguna patología con amnesia selectiva. Es sospechoso", apostillaron. También aclararon que, en caso de que olvidara todo lo que sucedió el domingo, al pasar ese momento, el paciente realizaría preguntas y se preocuparía. "Él estaba impasible", remarcaron sobre la entrevista y, aludiendo a su estado emocional, añadieron: "No hubo lágrimas, estaba serio y distante. No tenía capacidad de expresar sentimientos y no era por un bloqueo".

Sobre los rasgos narcisistas y agresivo-sádicos que se le diagnosticaron, explicaron que implica que el acusado "tiende a instrumentalizar a su entorno", presenta episodios de "ira o irritabilidad" y tendencia a la "vejación o crueldad". De la primera de las características también se concluye, dijeron, que "es frecuente que arremetan contra su entorno cercano".

Uno de los informes que tuvieron en cuenta los dos psiquiatras del complejo hospitalario coruñés fue el que se elaboró en el Instituto de Medicina Legal de Galicia (Imelga) el día 11 de mayo, tres días después de ser detenido y previamente a pasar a disposición judicial, justamente para valorar su estado mental de cara a continuar el procedimiento. Lo firman un psiquiatra y una médica que no tiene la especialidad. Esta última, en base al documento firmado por ambos, fue la que testificó ayer en la Audiencia Provincial en la cuarta jornada del juicio.

También en este caso los dos facultativos estudiaron a fondo el historial clínico del paciente. El hecho más relevante fue el ingreso en el hospital de Oza que sufrió en marzo de 2009, el año en que se separó de su mujer, y que se debió a un trastorno psicótico derivado del abuso de alcohol. A partir de ahí, tuvo un seguimiento "periódico" en el que lo valoraron un total de siete especialistas. Es en junio de 2013 cuando, expuso la médica, se le diagnostica un trastorno de personalidad que genera, dijo, "que la relación con las personas y con el medio sean complicadas". Tres años más tarde siguen estudiando su situación con un test psicológico, y en abril de 2017, la última revisión médica registrada antes del crimen, se especifica que "sale más de casa y está más tranquilo", aunque los médicos recomiendan "mantener la medicación". Pese a esta prescripción, el acusado insiste desde las primeras horas del arresto en que lleva dos meses sin tomar las pastillas. Una cuestión que, según los médicos, "no limita la cognición".

En la visita de los médicos del Imelga, el hombre, como se relató en el resto de declaraciones, se mantiene "orientado, correcto, frío emocionalmente" y dice no recordar nada de aquel domingo. Además, teniendo en cuenta la muerte de su hijo horas antes, la doctora aprecia "una afectividad totalmente inapropiada a los hechos".

El abogado del acusado trató ayer de evidenciar la existencia de brote psicótico el 7 de mayo de 2017 que pudiera haber llevado al hombre a matar a su hijo y perder la memoria. Para refrendarlo, hoy declarará un psiquiatra contratado por él que también analizó al hombre, para el que su letrado pide libre absolución y tanto la Fiscalía como las acusaciones la prisión permanente revisable.